Los cambios que observamos en el entorno tecnológico, económico y social sugieren que la vida laboral de numerosas personas experimentará una profunda transformación en los próximos años. Un proceso que algunos comparan a la metamorfosis que sufren algunos seres vivos durante su desarrollo.
La metamorfosis es un proceso biológico por el cual un animal, después de su nacimiento, experimenta una importante transformación estructural y fisiológica hasta alcanzar la madurez. Durante este proceso no solo se produce un aumento del número de células que componen su organismo, sino también cambios que afectan a la forma y funcionalidad de las mismas. Se trata, además, de una transformación que, generalmente, está acompañada de cambios en el hábitat y el comportamiento del animal.
De forma parecida, los trabajos actuales de muchos de nosotros poco o nada tienen que ver con los que tendremos en el futuro. No solo variará de forma significativa en qué trabajaremos. Muy probablemente también serán distintos el entorno donde desarrollaremos nuestra actividad profesional y las pautas de comportamiento que tendremos que asumir para lograr prosperar en esos nuevos escenarios.
Sin embargo estas metamorfosis profesionales se diferencian del fenómeno biológico del mismo nombre en un aspecto esencial: su imprevisibilidad. En la naturaleza, la metamorfosis es un proceso que apenas ha variado en millones de años y que hace que un animal, tras pasar por ciertos estados intermedios, durante unos tiempos determinados, adquiera un estado final que conocemos de antemano. En cambio, esas metamorfosis profesionales son un fenómeno emergente por el cual la vida laboral de muchos de nosotros sufrirá una transformación de un alcance y magnitud que difícilmente podemos anticipar.
En este sentido, en lugar de metamorfosis resultaría más apropiado hablar de mutaciones, cambios que afectan a la identidad de un organismo, pero de los que depende su capacidad de adaptación al medio y, en último término la supervivencia de una especie. Cambios no programados, que, entre otras causas, pueden tener su origen en agentes externos, o en errores que se producen cuando el organismo repara un daño que ha sufrido, pero que también pueden producirse de forma espontanea. Vamos, como la vida misma.
Imagen Heather bajo licencia Creative Commons