Informe tras informe los datos que nos van llegando nos confirman lo que sospechábamos desde que se desató la pandemia. La crisis Covid está impactando con especial dureza en los segmentos menos favorecidos del mercado laboral. Uno de los grupos con los que la crisis más se está ensañando son los jóvenes.
Tal como muestra la séptima edición del informe Observatorio Covid y el Mundo del Trabajo de la Organización Mundial del Trabajo, los jóvenes son uno de los colectivos cuyos empleos se están viendo más afectados por la crisis Covid en todas las regiones del planeta y para todos los segmentos de ingresos. Según las estimaciones de la OIT, la ocupación juvenil a nivel global descendió en 2020 un 8.7%, frente a un 3.7% entre los adultos.
Pero en España este problema es más grave que en otros países de nuestro entorno.
No tenemos más que mirar el último informe de Eurostat en el que podemos comparar las tasas de desempleo de todos los Estados miembros de la Unión Europea en diciembre de 2020. Si consideramos el conjunto del mercado de trabajo, somos el segundo país con una mayor tasa de desempleo (16.2%). Sin embargo, en materia de paro juvenil somos los campeones indiscutibles con una tasa de desempleo entre las personas menores de 25 años superior al 40%. Es decir, de cada cinco jóvenes que quieren trabajar (y trabajan o buscan empleo activamente) dos no tienen trabajo.
En este sentido los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al cuarto trimestre de 2020 son demoledores:
En el segmento entre 20 y 24 años el número de desempleados es un 26.8% mayor que en el mismo trimestre de 2019, mientras que en el segmento entre 25 y 54 años los parados han aumentado un 17.5%. Y esto a pesar de que, ante la falta de perspectivas laborales, muchos jóvenes deciden abandonar el mercado de trabajo, o continúan sus estudios y retrasan su incorporación al mundo laboral, en lugar de engrosar las filas del paro, por lo que no cuentan a los efectos de las estadísticas anteriores.
Respecto a las causas del enorme impacto que la crisis Covid está teniendo en el empleo de los jóvenes, en parte tiene que ver, tal como explica un reciente informe de Intermon Oxfam, con el hecho de que la proporción de jóvenes en los sectores afectados por los cierres decretados por los gobiernos para disminuir el riesgo de contagios (hostelería, comercio al por menor, etc.) es casi el doble que la proporción de jóvenes que trabajan en el conjunto de la economía.
Aun así, no nos engañemos. Este problema lo arrastramos de antes. Y lo sabemos. La dualidad del mercado de trabajo español, que provoca que muchos jóvenes se encuentren atrapados en una sucesión de contratos temporales con bajos salarios y escasas oportunidades de formación y desarrollo profesional, es una de las principales causas de que en este momento estemos en la situación en la que estamos.
De hecho, la enorme incidencia que la crisis Covid ha tenido y está teniendo en el empleo juvenil se debe en gran parte a que en el momento de desatarse la pandemia muchos jóvenes trabajaban con contratos temporales. En concreto, el 75% de las bajas de afiliaciones a la Seguridad Social en los meses de marzo y abril de 2020 se debieron a la finalización de contratos temporales, lo que provocó un engañoso descenso de la tasa de temporalidad que ahora ya sabemos que no era más que un espejismo momentáneo.
Tampoco podemos perder de vista otra consecuencia que está teniendo la pandemia en el mercado de trabajo: el aumento del subempleo (personas que trabajan menos horas de las que desearían). Una situación laboral que sufren cada vez a más personas en nuestro país (particularmente mujeres), y que esta afectando a los jóvenes más de lo que debería afectarles. Aquí el problema no es que muchos jóvenes trabajen a tiempo parcial. De hecho, es normal que sea así, ya que muchos jóvenes buscan un empleo compatible con sus estudios. Incluso estaría bien que fuesen más. El problema es que a muchos de esos jóvenes les gustaría tener un empleo a tiempo completo, pero no lo encuentran. Y, de nuevo, se trata de un problema que ya sufríamos antes de que se desatara la pandemia (de acuerdo con los datos de Eurostat, en 2019 el 46.2% de los jóvenes que trabajaban a tiempo parcial en España lo hacían involuntariamente, frente al 22.4% en la Unión Europea).
En resumen, como consecuencia de una serie de asignaturas pendientes que llevamos arrastrando años en España, ahora la crisis Covid está afectando con particular dureza al empleo de nuestros jóvenes y esto puede tener varias consecuencias para ellos (que, no nos olvidemos, son el capital humano del futuro):
Probablemente muchos van a tardar más en independizarse o incluso volverán a casa de sus padres ante la imposibilidad de hacer frente por sí mismos al alquiler de una vivienda, pero este será el menor de los males. Como ya comenté en un artículo anterior, hay evidencias de que muchos de estos jóvenes continuarán arrastrando las consecuencias de haberse quedado sin empleo o haber entrado en el mercado de trabajo en un momento como este. Particularmente en mercados de trabajo como el español, donde el carácter escasamente procíclico de los salarios no ayuda a que esos jóvenes recuperen su nivel de ingresos una vez pasadas las crisis, como tampoco ayuda la marcada dualidad entre trabajadores indefinidos y trabajadores temporales, que incrementa las posibilidades de que esos jóvenes permanezcan tiempo atrapados en el mercado de trabajo secundario, enlazando un contrato temporal tras otro.
Por otro lado, la crisis también puede afectar al desarrollo profesional y a la empleabilidad de estos jóvenes a largo plazo, desde el momento en que se reducen las oportunidades de empleo disponibles en el mercado y esta circunstancia puede llevar a los jóvenes a aceptar trabajos que no coinciden con su nivel educativo, perpetuando el problema de sobrecualificación que también veníamos sufriendo en nuestro país antes de que llegase el coronavirus. Hay quien incluso habla de una “generación perdida”. Y a esto deberíamos sumarle las consecuencias que se deriven de la decisión de muchas empresas de cancelar sus programas de prácticas para estudiantes, dada la situación en la que se encuentran y la imposibilidad de atender a estos estudiantes como es debido.
Es cierto que, al ser una cohorte menos numerosa que generaciones anteriores, la demografía puede jugar a su favor, pero esta es otra historia que ya abordaremos…
En cualquier caso, como ya advertía la Organización Internacional del Trabajo en la cuarta edición de su informe Observatorio Covid y el Mundo del Trabajo, publicada en mayo de 2020, necesitamos empezar por tomar conciencia de que la exclusión de los jóvenes del mercado laboral a consecuencia de la crisis Covid es uno de los mayores riesgos para nuestra sociedad, para la competitividad de nuestra economía y para nuestro futuro.