Pasado el ecuador de los juegos olímpicos, leo este artículo en The Corner Office donde se destacan algunas de las peculiaridades que diferencian a los líderes empresariales chinos de sus colegas occidentales.
Algunas de esas diferencias tiene que ver con la influencia que las cuestiones políticas ejercen sobre las empresas chinas, muchas de ellas participadas por el Estado. Por una parte, sus estrategias suelen estar vinculadas de alguna manera a objetivos de interés nacional, como pueda ser el desarrollo de las redes de telefonía móvil en las zonas rurales. Por otra parte, es frecuente que, a lo largo de su carrera profesional, los ejecutivos chinos alternen puestos directivos en empresas con cargos en la administración pública o en el partido comunista. La influencia de la política es también la que determina que los directivos del gigante asiático se centren en el volumen de facturación más que en el beneficio, ya que la cifra de ventas es un indicador que evidencia el crecimiento de forma rápida y que fácilmente «entra por los ojos» a los jerarcas del partido.
A modo de conclusión, el artículo aconseja a las empresas extranjeras que quieran tener éxito en China que se preocupen de entender cuál es el espacio de mercado «políticamente correcto» y aprovechen los numerosos huecos que dejan las grandes empresas locales que actúan movidas por intereses políticos.
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