Ayer asistí en IESE a una sesión impartida por la profesora Nuria Chinchilla titulada «Life-coaching: una herramienta para el éxito». En su introducción citó un artículo de Diane Coutu y Carlo Kauffman publicado en la Harvard Business Review en enero de 2009, titulado «What can coaches do for you?».
En este artículo se recogen los resultados de una encuesta realizada entre 140 coaches. Entre otras interesantes conclusiones, este estudio evidencia el escaso acuerdo que existe sobre el valor de las certificaciones para ser coach, o el hecho de que aunque sólo un 3% de los coaches son contratados para tratar temas personales, en la práctica el 76% lo acaba haciendo.
Partiendo de las diferentes visiones de qué es y qué no es el coaching, la profesora Chinchilla abogó por un concepto amplio -el life coaching- que considere a la persona en su integridad como ser humano. Desde esta perspectiva humanista, y a través de citas de autores clásicos (Séneca, Aristóteles, Dion Crisóstomo), argumentó como el life coaching no hace sino recuperar un modelo que lleva siglos inventado.
Si tuviese que destacar algo, me gustó especialmente el siguiente modelo de las virtudes del líder:
- Prudencia. Para decidir qué conviene, aquí y ahora.
- Justicia. Para dar a cada uno lo que le corresponde.
- Templanza. Para liderarse a sí mismo.
- Fortaleza. Para exigir según su capacidad.
- Paciencia. Para enseñar.
Cuando menos me parece un buen marco para la reflexión.
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