A pesar de que la presencia femenina en el mundo laboral se ha incrementado significativamente en las últimas décadas, todavía estamos muy lejos de la plena igualdad de género en los lugares de trabajo. Y más cuanto más arriba en la jerarquía de las organizaciones.
Una nueva evidencia en este sentido la aporta un reciente estudio de la firma PayScale sobre incrementos salariales. Este estudio, realizado a finales de 2014 en Estados Unidos a partir de una muestra de más de 30.000 personas, tiene una parte positiva y es que desmiente la creencia generalizada de que las mujeres piden menos aumentos salariales que los hombres. También evidencia que el porcentaje de empleados que consiguen los incrementos solicitados es muy parecido en hombres y en mujeres.
No obstante, es preocupante lo que nos encontramos cuando aplicamos el zoom, miramos hacia arriba, y nos centramos en el colectivo de profesionales que poseen un MBA. Cuando observamos lo que sucede con estas personas –en su mayoría directivos– vemos que ya no es tanta la igualdad de género. Entre los MBAs el 63% de los hombres que solicitaron un aumento de salario consiguió todo lo que pedía frente a solo el 48% de las mujeres. Pero aun hay más: solo el 10% de los hombres no obtuvo nada de nada, frente al 21% de las mujeres…
Me resisto a creer que sea debido a que las mujeres piden mayores aumentos –o aumentos menos justificados–, o a que son menos persuasivas que los hombres. Lo achaco más bien a la mentalidad de los ejecutivos que aprueban esas revisiones salariales, y también al poco apoyo que en muchos casos ellas reciben de los directores de Recursos Humanos de sus empresas, entre los que, paradójicamente, hay muchas mujeres. Una actitud que no hace sino perpetuar, cuando no aumentar, unas diferencias que poco contribuyen a la plena integración de la mujer en los equipos directivos de las organizaciones.
Imagen JD Hancock bajo licencia Creative Commons