Me ha hecho gracia el invento del que se hace eco Cliff Kuang en Fast Company. Un grupo de estudiantes austriacos han diseñado el Office Bus, un autobús provisto de los últimos avances en materia de conectividad y cuyos asientos se pueden transformar en prácticos puestos de trabajo. Incluso se pueden girar para mantener reuniones durante el trayecto.
En principio, el proyecto intenta dar respuesta a los principales inconvenientes de una población que abandona el centro de las ciudades y cada día debe desplazarse mayores distancias para acudir de su casa al trabajo: más contaminación, más tráfico, y más pérdida de tiempo. Solo en Viena más de 260.000 personas emplean cada día un promedio de 48 minutos en desplazarse entre su domicilio y su lugar de trabajo -un 56% de ellos en vehículos particulares-.
En este contexto, el Office Bus se plantea como una alternativa que combina la flexibilidad del vehículo privado, los beneficios del transporte público y la ubicuidad que nos proporcionan los avances en las tecnologías de la información y las comunicaciones.
El Office Bus podría suponer la resurrección de los ya casi extinguidos autobuses de empresa, con la ventaja añadida de que la jornada laboral ahora podría comenzar en el momento de subirnos al vehículo. Aunque ya puestos a innovar, me pregunto si habrá quien se atreva a considerarlo una alternativa a una oficina convencional…