Me envía David un artículo de Dan y Chip Heath que no tiene desperdicio. Proponen que apliquemos en nuestra relación con nuestros jefes técnicas que emplean adiestradores de animales exóticos como delfines, elefantes o monos. El artículo desafía lo que se suele explicar en los cursos de «upwards management» sobre entendimiento mútuo, la gestión de expectativas y el alineamiento de estilos de comunicación. Los autores dejan de lado todas estas cuestiones y nos proponen actuar conforme a tres reglas fundamentales:
Primera regla: Ignorar los comportamientos exagerados y fuera de lugar. Los domadores dicen que la culpa nunca es del animal -en este caso el jefe-. Una reacción fuerte lo único que consigue es reforzar ese comportamiento. Si cuando un delfín escupe agua en la cara a su entrenador este reacciona de forma exagerada, se convertirá en el objetivo preferido de los escupitajos del animal. Si por el contrario permanece en calma, el cetaceo acabará aburriéndose. Lo mismo sucede con los jefes.
Segunda regla: Ya sea de forma consciente o inadvertidamente, nuestro comportamiento siempre enseña cosas a nuestros jefes. Por tanto deberíamos ver cualquier interacción con nuestro jefe como una oportunidad de adiestramiento. Deberíamos reflexionar sobre qué les estamos enseñando, sin darnos cuenta, con nuestro comportamiento, ya sea cuando les reimos chistes que no tienen ni pizca de gracia, o cuando cargamos con las consecuencias de su falta de planificación.
Tercera regla: Recompensa el comportamiento que deseas. Es lo más importante y lo que peor hacemos. Nos encanta reunirnos en torno a la máquina de café para protestar sobre el jefe, pero eso símplemente no sirve para nada. Lo mismo que a un mono se le puede enseñar a patinar recompensándole sus logros con trozos de mango, podemos conseguir que nuestro jefe cambie su forma de actuar premiando con reacciones positivas los comportamientos que deseamos.
La técnica no puede ser más sencilla: se trata de ignorar ciertos comportamientos y recompensar otros. Puede que suene un poco a manipulación, pero si da resultados …
Imagen Josh More bajo licencia Creative Commons
El comportamiento humano, a diferencia del de los animales, es un poco más complejo. Estas reglas me parecen demasiado conductistas, y cada una de las reglas tiene muchos más matices al aplicarlas. Pero como reglas básicas y teniendo en cuenta que muchas veces lo sencillo funciona mejor que lo sofisticado… y que también hay mucho jefe exótico…parece que son efectivas.
Gracias.
Hola,
Acabo de descubrir tu blog y me parece muy interesante.
Felicidades por este post.
Saludos,
Juan Martínez
A mi, mi gata, me ha educado muy bien, ha conseguido que le ponga la comida que le gusta, que le cambie el agua dos veces al día, que no me enfade porque haya destrozado el sofá y que va a seguir destrozándole, también que a ella, no le gusta que le molesten en determinadas ocasiones.
¡Un hurra por mi gata! ¡Ha conseguido educarme!
¡Salud!