Ayer se celebraron en Catalunya elecciones al Parlamento Autonómico. Es cierto que éste no es un blog político, pero no puedo dejar de tratar la cuestión. Este es un blog sobre la función directiva en un mundo que cambia, y sobre cambio trata esta entrada.
Como suele ser habitual, las principales fuerzas políticas se han pasado la noche celebrando sus resultados, como si todos hubieran ganado – o como si los demás hubiesen perdido-, ignorando algo fundamental, y es que el conjunto de partidos con representación en el Parlament ha recibido en estas elecciones 507.000 votos menos que en las elecciones anteriores.
Asimismo, me parece significativa la evolución del voto en blanco. 60.025 personas -un 2,03% de los votantes- han votado en blanco cuando en las anteriores elecciones autonómicas, celebradas en 2003, solo lo hicieron el 0,91%. De hecho, si el voto en blanco respondiera a unas siglas, ahora sería el séptimo partido más votado y hubiese obtenido representación parlamentaria.
Me pregunto si todo esto no podría ser consecuencia de que el sistema político, o cuando menos sus principales actores, empiezan a oler a rancio.
Ningún problema. Cuantos más mejor.
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