Lo he leído esta mañana en The Wall Street Journal: la empresa de Mountain View y el gigante de los productos de consumo han decidido hacer un intercambio de empleados con el objetivo de potenciar la innovación.
Aunque parezca que P&G y Google hacen una extraña pareja, unos cuantos empleados de cada compañía han pasado varias semanas en la sede de la otra analizando sus programas de formación y desarrollo y asistiendo a reuniones de planificación de negocio. La idea se fraguó hace un año a partir de unas conversaciones que mantuvieron el entonces global marketing officer de Procter, Jim Stengel, y el responsable del negocio de publicidad de Google para el continente americano Tim Armstrong, y se puso en marcha en enero.
«El objetivo es abrir la mente de nuestros brand managers», dice Stan Joosten, digital innovation manager (tomad nota del nombre del puesto) de Procter.
Uno de los primeros frutos de esta colaboración ha sido una campaña de publicidad online en la que P&G invitó a los consumidores a realizar vídeos parodiando un spot televisivo de uno de sus productos quitamanchas y subirlos a YouTube con el incentivo que los mejores serían seleccionados y emitidos en televisión.
Una iniciativa que responde de pleno al espíritu 2.0 (consumidores produciendo contenido) pero que hace unos meses hubiese sido considerada una herejía. Y también toda una lección de adaptabilidad al entorno, que ilustra el valor de la «polinización cruzada» y la tendencia hacia modelos organizativos más porosos.
Me pregunto cuanto tardará en cundir el ejemplo.
Imagen Brad Smith bajo licencia Creative Commons