Aprovechando que en 2009 se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Darwin y 150 de su obra más conocida, «El origen de las especies», Jonathan Guthrie escribe en el Financial Times un artículo sobre como muchas de las teorías de Darwin tienen aplicación hoy en día en el mundo de la empresa.
Darwin nos enseñó, por ejemplo, que las especies retienen de un modo aleatorio nuevas características y cualidades que mejoran su capacidad de supervivencia; del mismo modo que la casualidad y el azar juegan un papel importantísimo en los resultados y el desarrollo de las empresas (por mucho que, en teoría, su competitividad dependa de las estrategias que pergeñan sus sesudos dirigentes).
Explicó como las nuevas especies aparecen y se mantienen por alguna ventaja que poseen frente a las otras con que compiten, y como se extinguen en el momento en que cambios en el entorno hacen que lo era una ventaja se convierta en un atributo inútil. Algo parecido a lo que sucede con muchos negocios, que un día dejan de tener sentido como consecuencia de la evolución de la tecnología, la sociedad o los mercados. Por cierto, también nos advirtió de la inutilidad de intentar proteger a las especies de la extinción, algo de lo que deberían tomar nota no solo algunos «verdes» trasnochados, sino, sobre todo, aquellos gobiernos que continúan subvencionando con dinero público sectores enteros condenados irremisiblemente a la desaparición.
Además, Darwin señaló la esterilidad de cruzar diferentes especies, del mismo modo que siempre es una fuente de problemas intentar fusionar empresas con culturas corporativas divergentes.
Pero tal vez su frase más conocida es aquella que dice que «no sobreviven las especies más fuertes sino aquellas que mejor se adaptan a los cambios del entorno». Por tanto, más nos valdría retirar de la imaginería corporativa todos esos posters de águilas, leones, osos y otras especies fuertes -pero en peligro de extinción- que adornan las paredes de nuestras oficinas, y con los que pretendemos inspirar valores entre los empleados, y sustituirlos por fotos de escarabajos, todo un ejemplo de adaptación y supervivencia.
Imagen Rosana Prada bajo licencia Creative Commons