La semana pasada asistí en IESE a una sesión de continuidad impartida por Jeffrey Pfeffer, profesor de comportamiento organizacional de la universidad de Stanford. En su conferencia, titulada «When will they ever learn? An organizational behavior perspective on the recent financial crisis», analizó varias de las causas de la crisis financiera desde la óptica del comportamiento humano en las organizaciones.
El profesor Pfeffer señaló, en primer lugar, el papel que han jugado los sistemas de incentivos que premian el volumen de crédito concedido, sin tener en cuenta su calidad (riesgo); una práctica, por cierto, que ya fue objeto de denuncia con ocasión de la crisis financiera en Latinoamérica a principios de los ochenta.
Respecto a este tema, Pfeffer compartió los resultados de un estudio que evidencia que las stock options concedidas a los altos directivos de una empresa aumentan la probabilidad de que estos sigan estrategias de alto riesgo. Explicó también que los sistemas de incentivos rara vez reflejan toda la complejidad detrás del rendimiento y como muchas empresas ignoran hasta qué punto sus sistemas de incentivos condicionan el tipo de personas que acaban trabajando para ellas.
En segundo lugar, Pfeffer habló del efecto «por encima de la media» («above average effect»), de como los primeros ejecutivos de las empresas suelen sobrevalorar sus capacidades -todos se consideran «por encima de la media»- y como, llevados por este exceso de confianza en sí mismos, tienden a adoptar decisiones más arriesgadas.
También comentó los peligros que esconde la excesiva arrogancia de algunos ejecutivos. Como ejemplo presentó las conclusiones de un estudio que, utilizando variables bastante chuscas, como el tamaño de la foto del ejecutivo en la memoria anual de la empresa, correlaciona positivamente el nivel de narcisismo del CEO con el numero de adquisiciones y la variabilidad del rendimiento de la compañía.
Asimismo, Pfeffer nos habló del exceso de confianza en el poder de autorregulación de los mercados y en la sabiduría de las masas («the wisdom of crowds») y explicó como muchos bancos, aún a sabiendas de que estaban concediendo crédito de dudosa calidad, seguían haciéndolo simplemente porque «todos los demás también lo hacían» y ellos no podían permitirse no hacerlo.
Finalmente, destacó el papel de las agencias calificadoras de riesgo («rating agencies»). En particular, como sistemáticamente estas agencias han minusvalorado los riesgos que corrían las instituciones financieras, así como los conflictos de intereses existentes entre ambas.
De todas formas, lo más sangrante fue comprobar que no es, ni mucho menos, la primera vez que sucede algo así. ¿Tendremos tal vez un problema de memoria?
Imagen Tatton-Partington bajo licencia Creative Commons
Muchas gracias por este post Santi. Me parece interesantísimo.
Una generación de directivos dura de 10 a 15 años, llaman memoria histórica lo que pasó hace 20 años.
No aprenden porque son cortos.
¡Que razón tine Jeffry Pfeer!
¡Salud y buenos alimentos!
No se puede estar más de acuerdo en que no, no aprendemos, ni aprenderemos. Va en nuestra naturaleza de amancebados adoradores de la zanahoria que nos pusieron en su día…
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