En algunas empresas piensan que elaborar un ranking de sus empleados en función de su desempeño, y compartir con ellos qué puesto ocupa cada uno, es una buena fórmula para motivarles a trabajar mejor. El argumento es que los mejores trabajarán más duro para mantenerse en los puestos de cabeza, mientras que quienes ocupan los puestos de cola se esforzarán por salir de la «zona de descenso».
Sin embargo, un reciente estudio elaborado por el profesor de Wharton Iwan Barankay parece desmentirlo. En un paper titulado «Rankings and Social Tournaments: Evidence from a Field Experiment«, Barankay aporta evidencias empíricas de que, en contra de lo que podría parecer lógico, los empleados que, sin ningún otro tipo de recompensa vinculada a su rendimiento, reciben información sobre dónde se sitúa su nivel de desempeño en relación al de sus colegas tienden a esforzarse menos, y a ser menos productivos, que quienes no reciben este tipo de feedback. Y eso independientemente del puesto que ocupen en la clasificación.
Además, de esta investigación también se desprende que a los empleados, en general, no les gusta recibir información sobre como se compara su rendimiento con el de sus compañeros. Por tanto, deberíamos andarnos con ojo a la hora de de compartir con nuestros empleados qué puesto ocupa cada uno en el ranking. Es posible que estemos asumiendo que tienen un espíritu competitivo mayor del que realmente poseen y nos acabe saliendo el tiro por la culata.