En el ultimo número de su Boletín Económico, el Banco Central Europeo nos enfrenta a una realidad incómoda:
El crecimiento de los salarios en la zona euro está en mínimos históricos pese a la caída de las tasas de desempleo.
De acuerdo a una lógica económica clásica un menor desempleo debería implicar mayores salarios. Es la vieja historia del equilibrio entre demanda y oferta. Pero, por algún motivo, esta vez es diferente. Algo ha cambiado…
El propio Banco Central Europeo admite en su informe su sorpresa y su incapacidad para acertar en sus previsiones sobre la evolución de las retribuciones (y las tasas de desempleo) durante los pasados tres años:
¿Por qué ha sucedido esto?
El mundo ha cambiado, el mercado de trabajo también.
El BCE podría estar fallando en sus previsiones porque subestima el efecto combinado de varias tendencias que observamos en el mercado de trabajo desde hace un tiempo:
1. Mayor holgura del mercado (más allá de las cifras oficiales de desempleo)
La economía va mejor y las tasas de desempleo bajan, sí, pero el paro todavía es demasiado alto en muchos países, lo que desde la perspectiva de la oferta significa que todavía hay muchas personas buscando un trabajo, muchas de ellas desde hace ya mucho tiempo y, por tanto, dispuestas a trabajar casi a cualquier precio.
Además, durante los años de crisis económica, algunos gobiernos fomentaron el empleo a tiempo parcial como una fórmula para combatir el paro, de forma parecida a como muchas compañías, que se veían en la necesidad de reducir sus costes de personal, acordaban con sus trabajadores la conversión de contratos a tiempo completo en contratos a tiempo parcial para evitar una mayor destrucción de empleo.
A esto se junta que muchos jóvenes sin trabajo decidieron retomar sus estudios mientras que muchas mujeres, seguramente demasiadas, volvieron a ejercer de amas de casa tras perder su empleo y no encontrar uno nuevo.
En consecuencia, aunque las cifras de desempleo están bajando, aun hay muchas personas desempleadas, muchas que trabajan a tiempo parcial aunque desearían hacerlo a tiempo completo, y otras muchas que ni siquiera están buscando un empleo, y por tanto no cuentan en las estadísticas oficiales, pero que lo harían si las circunstancias fuesen diferentes.
Blanchflower y Levin lo explican en su artículo “Labor market slack and monetary policy” (2015):
In the wake of a severe recession and a sluggish recovery, labor market slack cannot be gauged solely in terms of the conventional measure of the unemployment rate (that is, the number of individuals who are not working at all and actively searching for a job). Rather, assessments of the employment gap should reflect the incidence of underemployment (that is, people working part time who want a full-time job) and the extent of hidden unemployment (that is, people who are not actively searching but who would rejoin the workforce if the job market were stronger).
2. Polarización del empleo
En segundo lugar, como consecuencia de los fenómenos de la automatización y la deslocalización, el número de trabajos bien pagados para los que se requiere un nivel medio de cualificación se ha reducido en las pasadas décadas. Esto ejerce una presión a la baja en la retribución de esta categoría de empleados, a la vez que incrementa la oferta de personas preparadas y dispuestas a desempeñar trabajos de menor nivel.
3. Empleo menos productivo
El bajo crecimiento de los salarios también tiene que ver con el tipo de empleo que se está creando en Europa. Es una realidad: el grueso del empleo que se ha creado en la zona euro desde 2013 se concentra no en sectores de alto valor añadido (donde son posibles mayores salarios), sino en servicios con menores niveles de productividad.
4. Inflación cero
La baja inflación es otro factor que contribuye a la desaceleración de los salarios en Europa. La indexación de las revisiones salariales a la evolución de los precios, contemplada en convenios colectivos y otras normas para preservar el poder de compra de los salarios, mantiene su crecimiento en mínimos, mientras que los trabajadores individuales carecen de un argumento para reclamar mayores salarios con el que cuentan cuando la inflación es mayor.
5. Impacto de las reformas estructurales
El Banco Central Europeo podrían también haber infravalorado el impacto de las reformas estructurales que algunos países miembros han introducido durante estos años en el mercado de trabajo para reducir algunas de sus rigideces y permitir que los salarios puedan modificarse a la baja en circunstancias económicas adversas. Por ejemplo, observamos que las reducciones salariales, o la transformación de empleos a tiempo completo en empleos a tiempo parcial que mencionaba antes, se han convertido en prácticas comunes en compañías que pasan por dificultades. Por otra parte, en muchas empresas a los empleados que contratan ahora les pagan bastante menos que a los que llevan más tiempo en la empresa.
6. Pérdida de peso de los sindicatos
Finalmente, la caída en el número de trabajadores afiliados a sindicatos, particularmente entre los profesionales más cualificados, debilita el poder negociador de los trabajadores menos cualificados a la hora de pactar con sus empleadores mayores salarios y mejores beneficios. Y esto tiene consecuencias no solo en empresas sindicalizadas sino en otras que aun no estándolo tienen que competir con las primeras para atraer y retener a los profesionales que necesitan.
Por todo lo anterior es por lo que me pregunto si en el Banco Central Europeo no estarán pecando de optimistas una vez más cuando predicen:
“La remuneración por asalariado aumentará moderadamente en 2016 y repuntará hasta el 2,1% en 2018, en línea con la recuperación gradual del crecimiento del PIB real de la zona del euro.”
¿No se estarán engañando de nuevo?
Imagen Rafael González bajo licencia Creative Commons