Si investigamos en Google como han evolucionado las búsquedas del término “teletrabajo” en España en los últimos cinco años comprobaremos que la primera semana de marzo de 2020 marca un antes y un después. Fue en ese momento, coincidiendo con la declaración del estado de alarma, cuando en nuestro país, de un día para otro, decenas de miles de personas pasamos a formar parte de lo que Shelley Banjo, Livia Yap, Colum Murphy y Vinicy Chan habían calificado un mes antes, en un reportaje en Bloomberg, como “el mayor experimento de trabajo desde el hogar de todos los tiempos”. Dejamos de referirnos al SARS-CoV-2 como “el virus de Wuhan”, y la mayoría aceptamos que decisiones como la polémica cancelación del Mobile World Congress tal vez no fuesen consecuencia de un “alarmismo injustificado”, como se había llegado a decir en algunos medios…
Muchos profesionales de RRHH visteis como la mayoría de vuestros planes para 2020 se torcían. En un abrir y cerrar de ojos cambiaron vuestras prioridades y os encontrasteis bajo los focos. En muchos sectores la actividad se paró de golpe. En cuestión de días las empresas presentaron miles de expedientes temporales de regulación de empleo (ERTE) y tuvieron que revisar sus protocolos de prevención de riesgos laborales. Además, comprobaron que algo que hasta ese momento muchas consideraban imposible no lo era: sus empleados eran capaces de hacer su trabajo a distancia, sin necesidad de tener a su jefe supervisándoles de cerca todo el tiempo. Y eso a pesar de que el contexto en el que esos “teletrabajadores forzosos” debían desarrollar su actividad laboral estaba lejos del escenario ideal en el que pensábamos cuando hablábamos de teletrabajo antes de que se desatase la pandemia.
Ya en aquellos primeros momentos intuíamos que esta “prueba de carga” podía llevar a algunas empresas a replantearse sus políticas de trabajo a distancia a medio y largo plazo, aunque no todo el mundo veía el futuro de la misma manera. Algunas voces defendían que el teletrabajo (ahora sí) había venido para quedarse, pero otras, en cambio, pensaban que todo volvería a ser más o menos como era antes de la pandemia. Al fin y al cabo, la experiencia de teletrabajo no había resultado del gusto de todos. Además, aunque muchas personas se habían visto obligadas a teletrabajar, tampoco eran tantas en el conjunto de la población trabajadora (los datos del Instituto Nacional de Estadística revelan que ni siquiera en los momentos más duros, en el segundo trimestre de 2020, el porcentaje de la población ocupada que trabajó desde su domicilio superó el 20%).
Entonces llegó la desescalada y muchas empresas comenzaron a animar a sus empleados, no siempre de forma explícita, a regresar a sus centros de trabajo lo antes posible. Sin embargo, este fenómeno duró poco. Con la llegada del otoño muchas de esas empresas dejaban en suspenso sus planes de vuelta a la oficina tras entender que la emergencia sanitaria estaba lejos de haber terminado.
Pero nosotros seguíamos sin poder quitarnos la pregunta de la cabeza: ¿El teletrabajo ha venido para quedarse o cuando termine la pandemia todo volverá a ser como antes? Así que, para responderla, en noviembre llevamos a cabo un sondeo entre más de 200 empresas, y descubrimos que posiblemente sí veremos algunos cambios. En concreto:
- Una vez que las empresas han comprobado que teletrabajar no es imposible, el número de organizaciones que solo permiten trabajar a distancia a una proporción muy pequeña (o a ninguno) de sus empleados que por su trabajo podrían hacerlo se reducirá significativamente.
- Quienes teletrabajen trabajarán a distancia una proporción mayor de su tiempo. Si en 2019 las personas que teletrabajaban solo trabajaban a distancia, en promedio, el 30% de su tiempo, terminada la pandemia teletrabajarán el 48% de su jornada. Aquí, cabe destacar que el porcentaje de teletrabajo más frecuente, que en 2019 se situaba en un 20%, se elevará posCOVID hasta un 30%, justo el umbral a partir del cual es de aplicación la nueva regulación introducida por el RDL 28/2020.
- Las empresas “distribuidas”, donde sus trabajadores trabajan a distancia un 80% o más de su tiempo, seguirán siendo la excepción.
Y estos no serán los únicos cambios. Las empresas participantes en el sondeo también anticipan un aumento de la automatización de sus tareas y procesos (84%), un descenso en el número de reuniones y encuentros cara a cara (83%), una disminución de los viajes de trabajo (82%) y el rediseño o reforma de sus espacios de trabajo (70%), entre otros cambios.
En conclusión, tras la pandemia habrá cosas en nuestros trabajos que no volverán a ser iguales. Habrá más personas que teletrabajen y, en general, trabajaremos a distancia una proporción mayor de nuestro tiempo. Probablemente también veremos como se acelerarán otras tendencias que venían de antes. De todas formas, el cambio más importante será que cuando termine la pandemia resultará mucho más difícil que antes sostener que trabajar de otra forma no es posible. Y con esto algo ya habremos ganado.