[Artículo publicado en el número de noviembre de la revista Capital Humano]
Cada seis meses me asomo a esta sección para compartir con vosotros una selección de noticias con implicaciones para el mundo laboral y la gestión del capital humano de las organizaciones que creo que a los profesionales del área de Personas os puede venir bien tener en vuestro radar. Normalmente en estos artículos suelo mezclar noticias relacionadas con diversos aspectos del entorno: el mercado laboral, cambios regulatorios, evolución de la economía, tendencias sociales, etc. Sin embargo, en esta ocasión he querido darle un pequeño giro y centrarme en lo sucedido durante el segundo y el tercer trimestre de este año en una dimensión concreta del entorno: el entorno tecnológico.
La idea que quiero transmitiros con este “especial tecnología” es que, a pesar de lo que podamos oír por ahí sobre una “desaceleración del sector tecnológico”, o incluso el “estallido de una nueva burbuja tecnológica”, la revolución digital sigue su curso, con las implicaciones que esto tiene para el mundo del trabajo y la gestión de personas.
Es cierto que 2022 está siendo un año complicado para el sector tecnológico en los mercados financieros. Esto se debe en gran parte a las subidas en los tipos de interés dictadas por los bancos centrales como respuesta a los elevados niveles de inflación que sufrimos en muchos países a consecuencia de la guerra en Ucrania. El aumento de los tipos de interés ha hecho que los inversores hayan desviado sus ojos a otros sectores donde la valoración de las empresas depende menos del descuento de los flujos de caja que las compañías pueden conseguir en el futuro. Y el batacazo para las empresas del sector tecnológico ha sido considerable. Si tomamos como ejemplo los denominados ‘gigantes digitales’, el 30 de septiembre la acción de Apple cotizaba a 138,21 dólares cuando había comenzado el año a 177,83, lo que supone una caída del 22%. En ese mismo período el valor de mercado de Microsoft caía un 29%, y el de Amazon y Alphabet (Google) un 32%. Aunque la palma se la llevaba Meta (Facebook), cuya acción pasaba de valer 338,30 dólares a principio de año a cotizar a 136,05 el 30 de septiembre, lo que significa una pérdida del 60% en nueve meses.
A pesar de todo, los expertos prevén que las ventas en el sector (especialmente los mercados de inteligencia artificial, blockchain, conectividad 5G y 6G, internet de las cosas, infraestructuras IT distribuidas y computación de nueva generación) continuarán creciendo a muy buen ritmo en los próximos años, y la realidad es que, excepto Meta, estas empresas siguen ocupando los puestos de cabeza en las listas de las mayores empresas del planeta por capitalización bursátil.
Por otro lado, y esto es particularmente relevante para los profesionales de la gestión de personas, aunque a principios de este año algunos gigantes tecnológicos suspendiesen durante unas semanas la incorporación de nuevos empleados, y a través del portal layoffs.fyi viésemos con alarma como aumentaba de golpe el número de despidos en las startups del sector, a estas alturas del año podemos confirmar que la guerra por el talento digital sigue ahí. El mercado de estos perfiles se ha vuelto más global, transparente y dinámico, su demanda continúa creciendo más rápido que la oferta (hasta el punto de que para ciertos perfiles hay más vacantes que profesionales cualificados en el mercado), y es de esperar que en los próximos años seguirá siendo uno de los segmentos del mercado laboral donde las empresas tendrán más dificultades para conseguir (y conservar) el talento que necesitan.
Y es que durante estos meses el sector tecnológico ha estado cualquier cosa menos parado.
Antes veíamos como la guerra en Ucrania, a través de la cadena escasez – inflación – tipos de interés, está detrás de las caídas en bolsa que han experimentado muchos valores tecnológicos en los últimos meses. Sin embargo, esta no es la única forma en que la invasión de ese país está impactando en este sector (y viceversa). Por ejemplo, la guerra también está cambiando algunas reglas del juego de plataformas sociales como Twitter, Facebook, YouTube o Tik Tok, haciendo insostenibles las tradicionales posiciones ambiguas de estas plataformas y acabando con el mito de su neutralidad. Seguro que muchos os habéis dado cuenta. Ahora se mojan más, hacen juicios de valor explícitos sobre el uso que los gobiernos hacen de ellas en tiempos de guerra, establecen con más claridad dónde están los límites, y, salvo muy contadas excepciones, se resisten a las presiones de los gobiernos autoritarios para que censuren ciertos contenidos si quieren seguir desarrollando su actividad en sus países.
Entre tanto, la tecnología sigue avanzando, y transformando el mundo en que vivimos. En mayo nos llegaba la noticia de que el consejo de administración de Apple ya conocía el aspecto que tendrán las gafas de realidad extendida que previsiblemente lanzarán al mercado en los próximos meses. Un movimiento que supone la primera entrada de la compañía de la manzana en una categoría de productos totalmente nueva desde el lanzamiento del Apple Watch en 2015, y que confirma la apuesta firme de Apple por el potencial de negocio que puede albergar el metaverso, así como su visión de convertirse en uno de los principales actores en este todavía incipiente entorno digital.
Un mes después, en junio, Amazon anunciaba que a finales de este año lanzará su servicio de entrega de pedidos mediante drones Prime Air para unos 3.000 clientes en Lockeford, California, para lo que la compañía está construyendo en la zona una instalación dedicada a este tipo de entregas. Aunque no serán los únicos que ofrecerán este servicio. Su rival Walmart ha anunciado que para esa misma fecha ellos también tendrán disponible un servicio parecido denominado DroneUp en 34 poblaciones de seis estados.
También en junio, el barco autónomo Mayflower, un trimarán impulsado por energía solar de 15 metros de eslora, gobernado por un sistema de inteligencia artificial a partir de la información que le proporcionan seis cámaras y cincuenta sensores, completaba la travesía del Atlántico entre Plymouth en el Reino Unido y Halifax en Nueva Escocia, Canadá.
Un mes más tarde, en julio, Meta anunciaba que había alcanzado un primer éxito en su proyecto No Language Left Behind (NLLB) que arrancó a finales de 2021 con el objetivo de entrenar inteligencia artificial para poder hacer traducciones de calidad entre los más de 7.000 idiomas que se hablan en el planeta sin tener que pasar primero obligatoriamente por el inglés, como hasta ahora. Usando el modelo de evaluación Flores-101, que contrasta la calidad de los sistemas automáticos de traducción tomando como referencia traducciones de traductores profesionales humanos, el modelo de Meta conseguía superar a los traductores de última generación existentes en un 44 por ciento en promedio, y hasta en un 70 por ciento en algunos dialectos africanos e indios.
Asimismo, ese mes, por primera vez en la historia, un ser humano probaba unas lentes de contacto de realidad aumentada. La prueba tuvo lugar en un laboratorio de la empresa Mojo Vision en California y representa un hito importante en el campo de la realidad extendida por varios motivos. Para empezar, los ingenieros de Mojo Vision han conseguido incorporar en la lente una pantalla MicroLED de 14.000 píxeles por pulgada (algo impresionante si consideramos que un iPhone 13 con una pantalla Super Retina XDR tiene una resolución de 460 píxeles por pulgada). Sin embargo, el avance más destacable es que han conseguido que esta diminuta lente, además de colocarse cómodamente en el ojo humano, se comunique de forma inalámbrica con dispositivos externos y se alimente de energía sin ataduras físicas de ningún tipo. Un avance ante el que no puedo evitar preguntarme cuánto falta para que estos dispositivos acaben reemplazando a los teléfonos como nuestra principal interfaz con el contenido digital y cambien por completo nuestra relación con la información.
De todas formas, no es solo que en estos meses se hayan producido, o anunciado, importantes avances tecnológicos, es que estos avances llegan en un momento en que muchas empresas se enfrentan a serias dificultades para encontrar los trabajadores que necesitan al tiempo que sus costes salariales aumentan, lo que hace que algunas reconsideren la oportunidad de automatizar procesos o tareas que hasta ahora realizaban personas aprovechando las mayores posibilidades (y los menores precios relativos) que ahora les ofrece la tecnología.
En relación con esta tendencia, en agosto nos llegaba la noticia de que el sector de la robótica en Estados Unidos llevaba tres trimestres consecutivos alcanzando récords de ventas. Según datos de la Asociación para el Avance de la Automatización (A3), en el segundo trimestre de 2022 se vendieron 12.305 unidades, lo que supone un aumento del 21% respecto al mismo período de 2021, y del 6% en comparación con el primer trimestre de 2022. Por sectores, destacaba el importante aumento de la demanda del sector de automoción, del que procedían el 59% de los nuevos pedidos.
Y ya que hablamos de automatización, no podemos dejar de mencionar la decisión de la empresa china NetDragon Websoft Holdings Limited de asignar a un robot humanoide, al que han bautizado como “señora Tang Yu”, el rol de directora ejecutiva de su principal subsidiaria, Fujian NetDragon Websoft Co., Ltd. Puede que no sea más que una original acción de marketing, pero según explicaba el presidente de NetDragon, Dejian Liu, la intención de la empresa es ampliar los algoritmos detrás de la “señora Tang Yu” para crear un modelo de gestión abierto, interactivo y altamente transparente a medida que la empresa se transforme gradualmente en una comunidad de trabajo basada en el metaverso, lo que les permitirá atraer una base mucho más amplia de talentos en todo el mundo y ponerse en posición para aspirar a metas (todavía) más ambiciosas.
En otro orden de cosas, estos meses también hemos tenido oportunidad de comprobar que los ‘gigantes digitales’ mantienen su estrategia de expandir sus negocios a través de la adquisición de otras empresas. Una noticia destacable que refleja esta tendencia es el acuerdo al que llegaba Amazon para adquirir la empresa iRobot, fabricante entre otros productos del robot aspirador Roomba, por 1.700 millones de dólares. La noticia desataba una gran polémica ante el riesgo de que el gigante tecnológico utilice los dispositivos de iRobot para “aspirar” de los hogares de sus usuarios algo más que polvo. Las aspiradoras Roomba más avanzadas utilizan una tecnología que les permite aprender el plano de planta de la casa de sus usuarios y cámaras para evitar obstáculos. Estas aspiradoras inteligentes permiten a sus usuarios ahorrar un tiempo precioso que pueden dedicar a otras cosas más gratificantes que limpiar los suelos de sus hogares. Pero Amazon también podría aprovechar esta tecnología para conocer detalles íntimos de nuestras vidas. Gracias a los roombas, Amazon podría conocer al detalle cómo son nuestras casas, qué cosas poseemos y así obtener una ventaja injusta en el mercado. Por este motivo algunos investigadores antimonopolio y expertos en privacidad de datos describían esta operación como “la adquisición más peligrosa y amenazante en la historia de la empresa”.
Esta operación deja en evidencia la necesidad de vigilar de cerca la expansión de los gigantes digitales, pero también de regular el uso que empresas y otras instituciones hacen de los datos que capturan de las personas con las que se relacionan a través de diferentes dispositivos y aplicaciones. Una necesidad esta última a la que, por ejemplo, responde la ‘Guía práctica y herramienta sobre el uso de algoritmos en el ámbito laboral’, elaborada por el Ministerio de Trabajo, con la que se busca impulsar la transparencia de las decisiones algorítmicas en las relaciones laborales y ayudar a trabajadores y empresas a cumplir con la obligación de información algorítmica establecida tras la modificación del artículo 64 del Estatuto de los Trabajadores por la ‘ley rider‘ en la que se reconoció el derecho de los trabajadores a “ser informados por su empresa de los parámetros, reglas e instrucciones en los que se basan los algoritmos o sistemas de inteligencia artificial que afectan a la toma de decisiones que pueden incidir en las condiciones de trabajo, el acceso y mantenimiento del empleo, incluida la elaboración de perfiles”.
En cualquier caso, una buena noticia es que, entre todos esos avances tecnológicos de los que son muestra las novedades que he compartido hasta aquí, también hay algunos pensados para ayudarnos a las personas a adaptarnos a esta nueva era.
Por ejemplo, antes de verano The Wall Street Journal publicaba un artículo sobre el fenómeno de los trabajadores ‘de cuello nuevo’ (new collars). Se trata de personas que, desde ocupaciones de baja remuneración que generalmente implican trabajo manual y que en el mundo anglosajón se conocen como blue collars (cuellos azules), consiguen evolucionar a otro tipo de trabajos, principalmente empleos tecnológicos (de ahí lo del “cuello nuevo”). En un contexto en que la demanda de talento digital aumenta a medida que el cambio tecnológico alcanza a más sectores, y las empresas se enfrentan a serias dificultades para atraer y vincular a esta clase de profesionales, esos trabajadores aprovechan que un número creciente de empleadores ya no exige un título universitario a las personas que aplican a este tipo de vacantes, al tiempo que se multiplican las vías a través de las cuales pueden capacitarse para optar a uno de esos puestos y ‘cambiar de cuello’. Aquí podemos incluir plataformas de aprendizaje como Pluralsight o Linkedin Learning; programas que habilitan para puestos concretos, como los Google Certificates; bootcamps de programación, como The Bridge; o incluso los tutoriales de YouTube.
Unas soluciones para la empleabilidad entre las que nos llama la atención Interview Warmup, una nueva herramienta desarrollada por Google que utiliza inteligencia artificial para ayudar a las personas a prepararse para las entrevistas de trabajo. Inicialmente pensada para ayudar a los estudiantes de Google Career Certificates a prepararse para la búsqueda de empleo, ahora Google ha decidido abrir esta herramienta a todos sus usuarios, aunque por el momento solo está disponible en Estados Unidos. Usando una interfaz de voz a texto, o directamente el teclado, los usuarios pueden practicar preguntas que se plantean con frecuencia en las entrevistas de empleo, junto con preguntas específicas elegidas por expertos en el campo de que se trate. En concreto, la herramienta plantea a la persona preguntas sobre su formación y experiencias anteriores, la manera en que manejó situaciones específicas en el pasado o cómo podría manejarlas en el futuro, y cuestiones técnicas que ponen a prueba sus conocimientos y habilidades. La herramienta transcribe las respuestas en tiempo real, y esto permite que la persona usuaria tome conciencia de cuáles han sido exactamente sus contestaciones. Además, la herramienta examina esas respuestas en busca de patrones, como el uso de palabras relevantes o frases que se repiten, los analiza y ofrece a la persona consejos para mejorar.
Lo que nos lleva a lo que hemos dicho siempre: La revolución digital plantea importantes desafíos para el mundo del trabajo y la gestión de personas en las organizaciones, pero también enormes oportunidades. Lo que necesitamos entender es que estas oportunidades no se van a materializar solas. Y que la revolución digital no ha hecho más que empezar.