Hace unos días publicaba en Diario Abierto un artículo sobre un tema del que ya he hablado anteriormente en este blog: lo que se pierden y los riesgos que corren quienes deciden adoptar determinadas prácticas de gestión por mimetismo, sin tener en cuenta que no todas las soluciones -sean estructuras, políticas o procesos- encajan en todas las organizaciones. Unos riesgos que se acentúan en un entorno volátil, complejo, incierto, ambiguo, en ocasiones paradójico, como el que nos toca vivir, donde a diario queda en evidencia que lo que funcionó ayer no tiene por qué funcionar hoy ni lo que funciona hoy tiene por qué seguir haciéndolo mañana.
Podéis leer el artículo completo aquí.
A propósito de este mismo tema, aprovecho para compartir este video en el que Phil McKinney explica como las mejores prácticas llevan al conformismo y a la uniformidad y, en último término, a la mediocridad en un mundo en que precisamente lo que se necesita es destacar, diferenciarse del promedio, hacer cosas nuevas. Y esto sirve tanto para organizaciones como para individuos, y tanto para los productos y servicios que se ofrecen al mercado, como a las prácticas de gestión que se emplean en la organización.