Acabo de ver este vídeo de un discurso pronunciado por Steve Jobs -fundador de Apple– en la Universidad de Stanford. Jobs aprovechó la ocasión para compartir con los estudiantes recién graduados su filosofía vital a través de tres historias protagonizadas por él mismo.
En primer lugar les contó como dejó la universidad, 6 meses después de haber comenzado sus estudios, para no resultar una carga para sus padres adoptivos, que le acogieron «de rebote» después de que la familia acomodada que estaba llamada a adoptarle en primer lugar cambiase de opinión. Explicó como dejó de asistir a las asignaturas obligatorias y comenzó a frecuentar las clases de aquellas materias que le resultaban interesantes. Entre otras, un taller de caligrafía, una experiencia que acabaría determinando, pasado el tiempo, que el Mcintosh fuese el primer ordenador en incorporar diversas tipografías, espaciado variable, etc. y tal vez el motivo de que uno de los principios que ha presidido la actuación de Jobs a lo largo de su vida haya sido la confianza de que con el tiempo «los puntos se acabarán uniendo».
La segunda historia versó sobre el amor. Sobre la importancia de amar lo que se hace y la necesidad de no conformarse y de seguir buscando hasta que se da con el objeto amado. Jobs contó como fue despedido de Apple diez años después de haberla fundado y como esa experiencia le permitió crear una familia y reencontrarse con su vena emprendedora, poniendo en marcha proyectos como Pixar o NeXT, que le llevaría de vuelta a la dirección de Apple después de unos años.
Finalmente, Steve Jobs explicó a los alumnos que se graduaban como le diagnosticaron un cancer de páncreas y como desde entonces, superada la enfermedad, recordar que es mortal le ha servido para entender qué es realmente importante y le anima a seguir aún más los dictados de su corazón. «La muerte es el mejor invento de la vida. Su agente de cambio. Retira lo viejo para dar paso a lo nuevo». «Nuestro tiempo es limitado y no hay que malgastarlo». Son algunos de los mensajes que transmitió a su audiencia antes de despedirse con un «Stay hungry. Stay foolish» («seguid hambrientos, seguid alocados»).