En abril de 2021 Kevin Roose dedicaba un artículo en The New York Times al fenómeno de los ‘YOLO’, acrónimo de You Only Live Once. En Estados Unidos, tras un año encerradas soportando sucesiones interminables de videollamadas, pero también gastando muy poco, muchas personas estaban abandonando trabajos cómodos y estables para con esos ahorros comenzar un nuevo negocio, o convertir una ocupación secundaria o una afición en un trabajo a tiempo completo. Era como si la pandemia les hubiese descubierto que vida solo hay una y ante semejante hallazgo, aprovechando el ‘colchón’ acumulado durante los meses de confinamiento, se estuvieran replanteando qué hacer con sus vidas, también en el plano laboral.
Ese mismo mes, en China, Luo Huazhong, un joven que cinco años antes había abandonado su trabajo porque lo hacía “sentir vacío”, y que desde entonces pasaba su tiempo leyendo filosofía, viviendo de trabajos ocasionales y de 60 dólares que sacaba cada mes de sus ahorros, publicaba un post en el foro de internet Baidu Tieba en el que bajo el título “tumbarse es justicia” decía: “Puedo simplemente dormir en mi barril disfrutando de un baño de sol como Diógenes, o vivir en una cueva como Heráclito y pensar en el ‘logos’. Como en realidad nunca ha habido una corriente de pensamiento que exalte la subjetividad humana en esta tierra, puedo crearla por mí mismo. ‘Tumbarme’ es mi movimiento sabio, solo al tumbarse el ser humano puede convertirse en la medida de todas las cosas.” Cuando las autoridades chinas eliminaron este post ya había encendido la mecha del movimiento ‘Tumbarse’ (Tang Ping – 躺平), una corriente de resistencia contra la cultura del trabajo duro y el sacrificio que predomina en ese país, que, transcurrido más de un año de aquel post, hoy cuenta con decenas de miles de seguidores, principalmente jóvenes, a pesar de que el gobierno chino y los medios oficialistas no han dejado de combatirla desde entonces.
El mes siguiente, en una entrevista para Bloomberg Businessweek, el profesor de la Universidad de Texas A&M Anthony Klotz ponía nombre y explicaba el origen del fenómeno que desde entonces conocemos como la ‘gran renuncia’ (the great resignation). Klotz explicaba así el aumento en el número de personas que abandonaban sus empleos: “Cuando hay incertidumbre, la gente tiende a quedarse quieta, por lo que hay renuncias ‘reprimidas’ que no ocurrieron durante el año pasado; pero los números también se multiplican por las muchas ‘epifanías’ provocadas por la pandemia (sobre el tiempo en familia, el trabajo remoto, los desplazamientos, los proyectos apasionantes, la vida y la muerte, y lo que significa todo) que pueden hacer que las personas le den la espalda al tradicional trabajo de oficina.”
Pues bien, a los YOLOs, el Tang Ping y la Great Resignation ahora debemos sumar el quiet quitting.
Todo surgió este mes de julio cuando un usuario de Tik Tok, Zaid Khan (entonces @zkchillin; ahora @zaidleppelin), subió a esta plataforma un vídeo explicando un concepto del que había oído hablar que le parecía interesante: el ‘quiet quitting’.
«Recientemente me enteré de este término llamado ‘renunciar en silencio’ (quiet quitting), en el que no renuncias directamente a tu trabajo, pero renuncias a la idea de ir más allá. Todavía cumples con tus deberes, pero ya no te suscribes a la mentalidad de la ‘cultura del ajetreo’ de que el trabajo tiene que ser tu vida. La realidad es que no lo es, y tu valor como persona no se define por tu trabajo».
Como señala en su vídeo, no se trata de una idea que él se haya inventado. Aunque no sabemos si fue allí donde Zaid descubrió el concepto, en marzo de este año la periodista Aki Ito escribía en Business Insider sobre los trabajadores que “hartos de trabajar largas horas deciden silenciosamente tomárselo con más calma en lugar de abandonar sus empleos”.
Sea como fuere, el caso es que el video de Zaid se volvió viral. De Tik Tok saltó a Twitter, y en pocos días grandes medios de comunicación de la talla del New York Times, The Washington Post, The Guardian, The Wall Street Journal, Le Figaro o El País estaban dedicando artículos y reportajes al fenómeno del #quietquitting.
¿Qué tiene de relevante esta nueva tendencia?
En mi opinión, que un movimiento que promulga lo que promulga el quiet quitting (trabajar bien pero respetando los horarios pactados, desconectar fuera de esos horarios, hacer las vacaciones a las que se tiene derecho, no trabajar cuando se está enfermo, etc.) se vuelva viral y haya conseguido semejante cobertura mediática refleja dos realidades que deberían darnos que pensar:
Por una parte, evidencia que hay muchas personas en el mundo que, bien porque lo exigen o lo incentivan sus empleadores, o bien como una obligación autoimpuesta, todavía sienten que en su trabajo necesitan hacer más esfuerzo o dedicar más horas de lo establecido en sus contratos, incluso sobrepasando los límites marcados en la normativa laboral.
Por otra, refleja que también hay muchas personas que ya no están dispuestas a seguir jugando a ese juego. Y esto puede deberse a varios motivos.
Es posible que gran parte de estas ‘renuncias silenciosas’ tengan que ver con que cada vez más personas buscan en sus trabajos y en sus carreras profesionales cosas distintas de las que la mayoría de los trabajadores buscaba hace un par de décadas. Sin ir más lejos, en un sondeo que llevamos a cabo en Future for Work Institute en el último trimestre de 2021 entre profesionales de RRHH de empresas españolas, el ítem que un mayor número de encuestados mencionaba entre las cinco cosas que más buscan sus trabajadores en sus carreras profesionales era ‘conciliación con la vida personal y familiar’, por delante de ‘reconocimiento profesional’ y ‘ganar dinero’. Una tendencia que, aunque viene de atrás, posiblemente se haya acelerado debido a algunas de las ‘epifanías’ que han experimentado muchos trabajadores durante la pandemia (muchas relacionadas con la experiencia de trabajar en remoto, pero también otras relacionadas con el valor que damos a nuestra salud) a las que hacía referencia el profesor Klotz en aquella entrevista en Bloomberg sobre la ‘gran renuncia’.
El problema es que la propuesta de empleo de muchas empresas no está evolucionando a la misma velocidad que lo hacen las expectativas de sus empleados y la sociedad en general, y esto a muchas personas les resulta frustrante. En particular a ciertos segmentos emergentes de trabajadores, como los ‘hágalo usted mismo’, los ‘cuidadores’ o los ‘idealistas’, que cada vez ganan más terreno en el mercado de trabajo a los ‘tradicionalistas’, que es en quienes suelen pensar las empresas cuando diseñan sus modelos de gestión de personas, tal como Aaron De Smet, Bonnie Dowling, Bryan Hancock y Bill Schaninger explican en este revelador artículo en McKinsey Quarterly.
Pero, ojo, el quiet quitting también puede resultar una alternativa interesante para personas que buscan en sus trabajos cosas más básicas, como ganar dinero. En un escenario donde, por una parte, unos niveles de inflación sin precedentes erosionan el poder adquisitivo de sus salarios, mientras que, por otra, sus empresas tienden a adoptar estructuras organizativas más planas donde las oportunidades de ascenso (y de incrementos salariales) son más limitadas, esas personas tratarán de encontrar fuentes complementarias de ingresos. Y hoy lo tienen más fácil que nunca. No hay más que ver cómo han proliferado los portales especializados en trabajo en remoto como FlexJobs, JustRemote, Remote.co, o Jobspresso, pero también cómo, ante la dificultad para encontrar profesionales cualificados, las empresas están cada vez más abiertas a contratar a personas que ya tienen otro trabajo, una posibilidad que hace unos años ni siquiera hubieran considerado. Por tanto, lo único que necesitan esas personas para poder realizar esos trabajos secundarios con los que conseguir esos ingresos extra es liberar tiempo, y una ‘renuncia silenciosa’ puede ser la forma de conseguirlo.
En fin, veremos cómo evoluciona este fenómeno en los próximos meses. En cualquier caso, aunque el quiet quitting es un fenómeno global, pienso que debemos prestarle particular atención en países como el nuestro, donde la movilidad laboral de los trabajadores con contratos indefinidos es especialmente baja (entre otros motivos por como juega la antigüedad en el cálculo de las indemnizaciones por despido), pues esta ‘renuncia silenciosa’ podría ser el canal a través del cual muchos trabajadores estén expresando ya sentimientos y actitudes que en otros contextos normativos les habrían llevado a engrosar los números de la ‘gran renuncia’.
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Imagen NG bajo licencia Creative Commons.
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