Aprovechando el parón veraniego sigo echando mano de lecturas que había dejado como “pendientes” a lo largo del curso. Hoy le toca a un artículo de Richard Beales, publicado en el Financial Times en mayo, sobre la figura del “Chief Restructuring Officer (CRO)”.
El CRO es un ejecutivo interino cuya misión es ayudar a una empresa a superar una situación de crisis. Los CRO’s tienen su origen en Estados Unidos, donde la complejidad del procedimiento del “Chapter 11” determina que las empresas en crisis recurran a profesionales expertos que les ayuden a salvar los numerosos vericuetos burocráticos. En los últimos años el uso de estos profesionales ha empezado a extenderse en Europa, empezando, como no, por el Reino Unido –siempre a rebufo de los americanos- donde, desde el año 2000, existe una asociación de profesionales del ramo (la “Society of Turnaround Professionals”).
El CRO puede ocupar de forma interina la dirección general de la empresa en crisis, pero también es frecuente encontrarlo trabajado como un “segundo de abordo”, al costado del Director General, unas veces como un Director Financiero interino, otras como un consultor independiente.
Las intervenciones de los CRO suelen desarrollarse a lo largo de un período que puede oscilar entre 6 y 18 meses. Durante este plazo su prioridad es reorganizar tanto las finanzas como las operaciones de la compañía en crisis para conseguir su viabilidad y luego entregarla a quienes constituirán el equipo de dirección de la empresa a largo plazo. Un CRO dedica aproximadamente la mitad de su tiempo a gestionar las relaciones con acreedores y a asuntos judiciales. Es fundamental ganar tiempo y flexibilidad financiera para poder reflotar el negocio. Pero además las decisiones tienen que tener sentido operativo. Para tener éxito el CRO debe ser capaz de controlar los flujos de caja y poder tomar las decisiones operativas que sean necesarias para mejorar la salud del negocio. Una cuestión de vital importancia es su independencia. La ausencia de vínculos con el pasado le ayudará a recuperar la confianza de los acreedores. También le facilitará tomar decisiones difíciles al margen de cualquier carga emocional.
Los perfiles adecuados para este tipo de puesto no son fáciles de encontrar en el mercado. En consecuencia, se trata de profesionales caros, si bien, normalmente, sus honorarios dependen en gran medida de sus logros frente a objetivos fijados de antemano.
Es de prever que la presencia de la figura del CRO en situaciones de crisis irá generalizándose en los próximos años, en parte impulsada por una presencia creciente del capital privado y los fondos en la propiedad de las empresas. Sean bienvenidos.
Imagen Olga Berrios bajo licencia Creative Commons