En el último número de la revista de la Asociación de Antiguos Alumnos de IESE, el profesor José María Rodríguez escribe acerca de las virtudes de la tenacidad. Puede sorprender que alguien hable de tenacidad y perseverancia en un contexto en continuo cambio, donde rapidez y flexibilidad son valores que cotizan al alza y donde tenacidad suena a rigidez y, con el tiempo, a obsolescencia. Sin embargo, tenacidad y flexibilidad no son cualidades incompatibles. Muy al contrario, es precisamente en los procesos de cambio cuando los líderes tenaces (pero flexibles) brillan con luz propia. Como apunta el Prof. Rodríguez:
«(…)todo cambio organizativo requiere un cambio conductual en las personas. Ahora bien, para que cambiemos nuestra conducta hemos de descubrir que ésta [nuestra conducta actual] no produce el resultado requerido y, al propio tiempo, hemos de ver que hay una conducta más eficaz en las nuevas circunstancias. Este proceso es doloroso. Aprender es doloroso.»
En conclusión, sin unos directivos perseverantes que lideren el proceso de transformación es difícil que una organización logre el cambio que necesita.
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