Tammy Erickson, experta en cuestiones demográficas aplicadas a las relaciones humanas en la empresa, plantea en su blog 10 posibles causas por las que muchos miembros de la generación «X» -individuos de treinta y tantos o cuarenta y pocos años- no se sienten cómodos trabajando para grandes corporaciones y deciden dar el paso de montar su propia empresa, o buscar un empleo alternativo en una organización más pequeña:
1.- Sus carreras empezaron a paso lento. Un entorno económico poco favorable y el tapón que formaban los «babyboomers» ralentizó su acceso a puestos de responsabilidad.
2.- Han asistido a sucesivas oleadas de despidos masivos, por lo que desconfían de la lealtad de las grandes empresas hacia sus empleados. Sus relaciones se fundamentan en criterios de conveniencia.
3.- En las grandes corporaciones muchas carreras profesionales se «estrechan» según se sube. La especialización en una determinada función, sector o mercado puede reducir sus alternativas de empleo y, en consecuencia, aumentar los riesgos en caso de quedarse sin trabajo.
4.- La desaceleración económica actual dificulta una vez más su acceso a puestos de liderazgo al tiempo que multiplica los riesgos de ser víctima de una nueva ola de restructuraciones.
5.- Les toca la nada fácil tarea de dirigir a empleados de la generación «Y»: exigentes, impacientes, transparentes, acostumbrados a la inmediatez, la tecnología, la colaboración, y a manejarse en un mundo caracterizado por una superabundancia de información.
6.- Se sienten dejados de lado ante las cada vez más frecuentes -y más fructíferas- relaciones entre miembros de la generación «Y» y sus abuelos babyboomers.
7.- Aunque no lo sean en su vida privada, son extremadamente conservadores por lo que respecta a las normas, protocolos y jerarquías organizativas. (Ahora que están a punto de disfrutar de sus ventajas no van a ser ellos quienes las cambien).
8.- En contra de lo que pueda parecer, hay muchos que no se encuentran especialmente cómodos con los avances tecnológicos, y además les cuesta admitirlo.
9.- Se sienten desorientados al ver cómo los padres de sus empleados «Y» interfieren en las relaciones jefe-empleado.
10.- Finalmente, por si fuera poco, se sienten obligados a prestar a sus hijos más atención de la que sus padres les prestaron a ellos, pero en un entorno más complejo y exigente.
Vale la pena escuchar los comentarios de la autora en este podcast en Harvard Business Review IdeaCast.
Imagen Craig Dugas bajo licencia Creative Commons