El martes Enrique Dans comentaba en su blog una entrada de Robert Cringely titulada «Fire your boss: the best place to cut IT organizations is generally at the top». El argumento de Cringely es que en tiempos de vacas flacas, cuando toca recortar gastos y reducir plantillas, lo mejor es empezar por arriba. Esto es así por dos razones: primero, porque los sueldos de los jefazos suelen ser más substanciosos y, por tanto, los ahorros que se consiguen son mayores; y segundo porque, desgraciadamente, un gran número de estos directivos se han convertido en «fósiles que gestionan cementerios de elefantes, en los que toda innovación recibe la calificación automática de extravagancia o pérdida de tiempo y donde los perfiles más innovadores salen huyendo como de la peste».
Cringely dice que no se puede gestionar lo que no se entiende. En su estilo provocador, afirma que cualquier directivo del área de TI incapaz de escribir código en C, HTML y PHP que genere un «Hello World!», o de extraer un «Hello World!» de una base de datos MySQL con un script en Perl, debería ser puesto de patitas en la calle de modo fulminante.
No hay duda de que a Cringely le gusta llevar las cosas al extremo, pero sus razones de fondo son válidas y perfectamente exportables a las demás áreas de la empresa. Seguro que a muchos os suena esta escena: Llega la hora de los ajustes y todo el mundo mira en la misma dirección: hacia abajo. En las reuniones de los comités de dirección se negocia el número de «peones» de los que puede prescindir cada departamento, pero nadie tiene valor para plantear que, tal vez, lo mejor para la empresa sería cuestionar la continuidad en la organización de algunos de los presentes; directivos que, apoltronados en la comodidad de las soluciones de siempre, le han dado la espalda a un mundo en continua evolución, convirtiéndose en los principales enemigos de la innovación y el cambio y en un lastre para la competitividad de la compañía.
Imagen Andrew Huff bajo licencia Creative Commons