Después de las desacertadas declaraciones de su vicepresidente, Arturo Fernández, cuando la semana pasada le dio por afirmar que «la productividad es un tema más alemán que español», parece que la CEOE se ha replanteado su postura y ya no ve como algo descabellado que los incrementos salariales generales se vinculen a la productividad de las empresas sino, al contrario, como algo «importantísimo», o incluso «imprescindible».
Pienso que cuando menos deberíamos darle una vuelta. Al fin y al cabo, si nos atenemos a los números, a los alemanes no les ha ido tan mal con este sistema: Durante los diez años anteriores a la crisis, mientras en ese país los costes laborales por unidad producida aumentaban un 1,8%, en España crecían a una tasa del 30%, y mientras su inflación se mantenía por debajo de la media de la Unión Europea aquí la superábamos año tras año. El resultado: una progresiva pérdida de competitividad que pocos supieron o quisieron ver, acomodados en la autocomplacencia de un supuesto «milagro económico» que resultó no ser tal.
Luego llegó la crisis y con ella unas tasas de destrucción de empleo sin precedentes mientras que en Alemania aguantaban el chaparrón con mucha dignidad. Y ahora, cuando aquí el número de desempleados sigue batiendo mes a mes sus máximos históricos, los alemanes han empezado a llamar a nuestras puertas en busca de los profesionales que necesitan para alimentar una economía que ha vuelto a la senda del crecimiento.
Y en esto se plantea la cuestión -porque la Sra. Merkel lo comenta, que si no de qué- de la conveniencia de seguir el modelo germano y vincular los salarios a la productividad de las empresas. ¿Por qué no? ¿Acaso no estaría bien que una empresa pudiese disponer de mecanismos para reducir sus costes salariales que no impliquen, como ahora, poner a gente en la calle? ¿No estaría bien también que los trabajadores de una empresa pudieran beneficiarse de las mejoras en la productividad y competitividad de sus empresas?
Pensémoslo. Muy probablemente el impacto que esa medida podría tener en la competitividad de nuestras empresas, y en consecuencia en el empleo, superaría con creces el que se puedan derivar de otras medidas que se plantean con frecuencia, como el abaratamiento del despido.
Claro que para que esto sea posible habría que cambiar unas cuantas cosas como, por ejemplo, el modelo de negociación colectiva. La vinculación de los incrementos salariales a la productividad de las empresas sería un motivo más para que esa negociación deje de llevarse a cabo a nivel estatal, autonómico o provincial y, en cambio, se produzca en cada empresa, de forma que lo que se pacte refleje y esté adaptado a las circunstancias particulares de cada organización. Por otra parte, también exigiría una mayor transparencia por parte de las empresas, más allá de las obligaciones que la legislación actual les impone en materia de información a los representantes de los trabajadores, y, por supuesto, una mayor madurez, generosidad y responsabilidad tanto por parte de los empresarios y directivos como por parte de los trabajadores y sus representantes. Y esa es precisamente la gran duda que me asalta: ¿En qué medida las partes implicadas serán capaces de estar a la altura de lo que exige ese nuevo modelo? Sería muy triste que tuviésemos que acabar admitiendo que Fernández tenía razón cuando hizo aquellas primeras declaraciones …
No me quiero ni imaginar cuando llegue "eso". Si ya ahora, en la empresa donde trabajo no quieren a nadie que pase de los 800 euros de salario base, cuando llegue "eso" o que puedan aplicar el propio convenio de empresa, lo primero que van a hacer es bajar los salarios a TODOS, sean buenos trabajadores o malos trabajadores, ponerles a todos la misma categoria o sea la mas baja de la tabla, si es que en el convenio de empresa hay alguna… les importa un pito y lo unico que quieren es llenarse los bolsillos como sea.
Así va el país.
Buenas tardes a todos,
Es de agradecer que por fín en España comencemos a hablar de productividad. Antes de todo, querría lanzar un par de datos:
1. España es el cuarto país del mundo en horas trabajadas por persona al año, tras Corea, Estados Unidos y Japón.
2. España tiene, a día de hoy, un salario medio de 21.900 € (a pesar de la existencia de remuneraciones en dinero negro). Este salario medio ocupa la novena posición en la Comunidad Europea.
Con estos datos, parece difícil creer que España tenga problemas de productividad, sobre todo por disponer de un PIB por persona 9 décimas superior a la media de la Unión Europea.
Entonces, ¿Cuáles son los problemas para competir? ¿Por qué España duplica el porcentaje de desempleados de los países de la zona Euro?
Somos una empresa que se dedica a la organización de empresas para mejorar la productividad y a la implantación de sistemas de incentivos por rendimiento individual y vivimos con ello todos los días. Los problemas fundamentales son los siguientes:
a) Hay un gran problema de falta de valores. Es difícil encontrar confianza, responsabilidad, solidaridad y sobre todo profesionalidad, tanto en empresarios como en trabajadores.
b) Somos un pais formado por trabajadores sin cualificación (a pesar de que muchos de ellos son titulados universitarios). El trabajador busca beneficios, privilegios y sueldos, pero sin cerciorarse de lo que produce para la empresa.
c) Los empresarios (entre los que nos encontramos) en su mayoría no valoran correctamente al personal. No existen métodos de medida del rendimiento aceptables en la mayoría de las empresas, con lo que las personas no cuestan lo que valen.
d) En los últimos 8 años ha habido un boom de creación de puestos intermedios. Estos puestos en su mayoría no están justificados, salvo por la impresión momentánea de que falta personal para acometer las tareas, con lo que los departamentos crecen desmesuradamente.
e) España es un país que históricamente ha despreciado mejorar el método productivo. Si se requería producir el doble de trigo, se plantaba el doble de terreno.
Medir la productividad no es fácil y se debe hacer de forma sectorial, no dividiendo el PIB por hora trabajada (no se produce la misma facturación tallando diamantes que haciendo mesas de madera). La medida de la productividad es factible no sólo en la mano de obra directa, implantando sistemas de tiempo y remunerando acorde a la actividad, sino también en el resto de departamentos, como comercial (departamento que históricamente a trabajado con fuertes variables, en compras (empleando las referencia de compra y remunerando de forma variable conforme a precios, formas de pago y plazos de entrega logrados).
Existen múltiples formas, pero todas ellas requieren un método de trabajo, un sistema de medición objetivo y un control periódico.
Para poder implantar primas en una empresa se requiere que el sistema sea entendible por todos los trabajadores. Los sistemas de primas que sufrí en mi época como trabajador por cuenta ajena siempre eran subjetivos y/o dependientes del resultado global de la empresa.
Somos un país muy cómodo y si pretendemos mejorar, nos hace falta dejar de hacer tantas horas y comenzar a usar el tiempo de forma correcta. Nos hemos burocratizado demasiado y gran cantidad de tareas que hacemos no dan valor alguno. En muchos casos se pretende justificar el puesto con más tareas y no debe ser así.
Analicemos el valor que creamos de verdad en nuestra empresa y pensemos si es acorde a nuestra remuneración.
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No es tan sencillo. El trabajo no es el único factor del que depende la productividad de una empresa. Hay otros, como las materias primas, la energía, la tecnología. Por eso es posible que una empresa sea más productiva que otra aun cuando los salarios de sus trabajadores sean más altos.
La función de producción representa la cantidad máxima de "output" que se puede obtener con cada una de las combinaciones posibles de factores de producción, con lo que la cantidad de cada factor que empleará una empresa dependerá de la producción adicional que le aporte añadir una unidad de ese factor manteniéndose constantes el resto de factores. En consecuencia la empresa debería dejar de contratar ese factor en el momento en que su precio sea superior al producto marginal que le proporcione. Pero como el producto marginal que añade una unidad de trabajo depende de factores como la cualificación del trabajador, la tecnología o los métodos de organización, una empresa se puede permitir salarios más altos que otra sin mermar su productividad simplemente por tener trabajadores más preparados, estar mejor organizada o más avanzada tecnológicamente.
En este sentido no resulta lógico que una empresa aumente los salarios de sus empleados si la producción marginal que va a obtener de esa decisión es inferior a su coste. En ese caso debería, por contra, priorizar inversiones en otros factores productivos (ej. tecnología) que le reporten una mayor productividad marginal.
Entonces eso quiere decir que todas las empresas van a acabar tirando de la mano de obra China, India o Bangladesh o cualquier otro pais donde la mano de obra esté más barata.
Pero, no nos engañemos, no se puede pedir peras al olmo.
Un trabajador mal pagado es un trabajador no motivado. Y eso va directamente relacionado a la productividad de una empresa, que es lo que ocurre en este pais.
No deberíamos perder de vista que hoy las empresas compiten en mercados cada vez más globalizados, así que si en la empresa "X" del país "A" los costes salariales por unidad de producto crecen más de lo que aumenta su productividad, eso le va a suponer una desventaja frente a su competidor "Y" del país "B" cuyos costes salariales no crecen por encima de ese índice.
¿Productividad? y quién decide qué es productividad. La productividad en su acepción más general es la relación entre el valor añadido del producto o servicio ofrecido y el coste de los factores para generarlo.
De lo anterior, es fácil deducir que los trabajadores sólo controlan una pequeña parte del cociente, y que se corresponde con su salario y digamos la efectividad de su presencia en su puesto de trabajo, el resto como el coste del factor materia prima u otros servicios que intervengan en el proceso de construcción del valor del producto, y lo que es aún más importante el valor añadido del producto, está en manos del empresario, por lo que parece del todo descabellado el asociar salario a productividad.
El ahora tan admirado por productivo modelo alemán, lo es no por el coste del factor humano que es más elevado que el español, ni por la cualificación de sus trabajadores que tampoco es envidiable, si no por la organización del trabajo desarrollada por sus empresarios y sobre cualquier otro factor el del valor añadido de lo que producen, y en este sentido es fácil entender que no es lo mismo fabricar mercedes y audis que fabricar citroen y seat, ya que el valor añadido de uno y otro producto son muy diferentes.
He aquí la explicación de la alta productividad del modelo alemán frente al español, y quien no se crea lo que digo que se pase por una planta productiva alemana y que intente verlo por si mismo, tal y como yo lo he visto en más de una ocasión.