En la economía del conocimiento la relación entre trabajo y espacio está cambiando rápida y profundamente. Una de las características del trabajador del conocimiento es que, gracias a las posibilidades de comunicación y acceso a la información que ofrecen los avances tecnológicos, puede llevar a cabo su actividad desde cualquier sitio y en cualquier momento. De esta forma, para muchos, el trabajo ha dejado de ser un lugar al que se va.
Aprovechando unos menores costes de transacción, muchas empresas ponen ahora en manos de freelancers tareas que hasta hace poco eran realizadas por personal asalariado. También aumenta el número de empresas que ofrecen a sus empleados la posibilidad de trabajar en remoto, aunque solo sea parte de su tiempo, se multiplican los equipos virtuales, y residir en un determinado lugar deja de ser un requisito para muchos empleos.
En consecuencia, cada vez es más común ver a personas trabajando desde un café a media mañana, proliferan los espacios de coworking en las principales ciudades, y no pocas empresas se replantean el diseño de sus oficinas para ir hacia fórmulas más abiertas y flexibles, más eficientes, donde a veces ni siquiera existen espacios asignados de forma fija a cada empleado.
Por otra parte, no tenemos más que mirar hacia arriba cuando paseamos por el centro de cualquier ciudad para comprobar en qué medida se ha disparado la oferta de oficinas en venta o en alquiler.
Por todas esas circunstancias me ha parecido muy oportuna la iniciativa de LiquidSpace, de la que tuve conocimiento hace pocos días. Se trata de una aplicación gratuita para móviles, a la que supongo pronto seguirán otras similares, que sirve para poner en comunicación a esos trabajadores del conocimiento, que en ocasiones necesitan un espacio físico, con los poseedores de esos espacios.
Los primeros necesitan lugares para encontrarse con clientes, reunirse con otros profesionales, encontrar inspiración, calor humano, o simplemente trabajar con más tranquilidad que en un café. Además, sus necesidades son cambiantes: hoy pueden precisar una mesa en un lugar determinado y mañana una sala de reuniones en otro muy distinto, y las pueden necesitar por quince minutos o por varias semanas.
Por su parte, centros de negocios, espacios de coworking o poseedores de oficinas necesitan sacarle rendimiento a sus inversiones inmobiliarias, o al gasto fijo que suponen unos arrendamientos a largo plazo de los que no es fácil librarse. Pero es que, además, algunas empresas empiezan a opinar que alojar en sus instalaciones a algunos de esos «nómadas del conocimiento» también puede ser un buen medio para facilitar la introducción de nuevas perspectivas en la organización y potenciar su apertura al mundo.
Parece ser que LiquidSpace está teniendo bastante éxito en la zona de la Bahía de San Francisco, su lugar de origen y en dónde han decidido centrar su actividad, al menos por el momento. Me pregunto cuanto tardaremos en verles (a ellos o a otros con un modelo parecido) a este lado del charco.
Imagen Karine bajo licencia Creative Commons
Hola Santi,
En este lado del charco también encuentras "oficinas espontáneas" en las que te puedes enriquecer mucho con las aportaciones de otros profesionales de sectores muy diversos. Te dejo un post en el que explico una experiencia al respecto.
Saludos
http://serendipia2.wordpress.com/2010/03/28/la-gestion-de-equipos-2-0/