Ante los resultados de las elecciones europeas de ayer tanto las instituciones como los partidos políticos “tradicionales” deberían “hacérselo mirar”.
Por una parte, por las declaraciones que escucho, me da la sensación de que para muchos políticos estos resultados han sido una sorpresa, lo que confirma, más si cabe, la brecha que en los últimos años se ha ido abriendo entre instituciones (incluidos los partidos “tradicionales”) y ciudadanía.
Por otra, la pluralidad de opciones que irrumpen en el escenario político podría indicar que la famosa “desafección” de la ciudadanía no es tanto respecto a la Política con mayúsculas, sino respecto a una forma determinada de entender y hacer política.
Es decir, un ejemplo de lo que pasa cuando el mundo cambia pero preferimos mirar hacia otro lado porque no nos gusta lo que vemos.
Veremos qué hacen ahora que su zona de confort se tambalea.
Aprovecho para compartir con vosotros el siguiente fragmento del libro Vida líquida de Zygmunt Bauman. Ojalá sirviera de inspiración a nuestros representantes:
“«A la luz de los procesos de fragmentación y segmentación, y de la creciente diversidad individual y social», escribe Dominique Simone Rychen, «el fortalecimiento de la cohesión social y el desarrollo de un sentido de conciencia y responsabilidad social se han convertido en objetivos sociales y políticos importantes». En nuestro lugar de trabajo, en nuestro vecindario y en la calle nos mezclamos a diario con otras personas que, como señala Rychen, «no hablan necesariamente nuestro idioma (entendido en sentido literal o metafórico) ni comparten una misma memoria o historia». En tales circunstancias, las aptitudes que más necesitamos para dar a esa esfera pública una oportunidad razonable de recuperación son las relacionadas con la interacción con otras personas: dialogar, negociar, comprenderse mutuamente y gestionar o resolver los conflictos que inevitablemente surgen en todo ejemplo de vida compartida.”