En el número de este mes de la revista del Colegio Oficial de Economistas de A Coruña aparece esta entrevista que me hicieron con ocasión de la presentación de nuestro libro El Ocaso del Empleo. A continuación reproduzco su texto íntegro:
A la vista de lo que se cuenta en El ocaso del empleo, ¿estamos todos los trabajadores condenados a reciclarnos (ya no en nuestro ámbito, sino en cualquier otro)?
El mundo del trabajo está experimentando cambios muy profundos, comparables a los que sufrió hace dos siglos como consecuencia de la Revolución Industrial, solo que esta vez los cambios suceden a un ritmo mucho más rápido y, por tanto, resultan más difíciles de asimilar. El centro de gravedad de la economía mundial se desplaza hacia el Sur y hacia el Este, unas tecnologías sustituyen a otras, la vida media de las empresas se reduce, y profesiones enteras desaparecen mientras surgen otras nuevas. Un entorno volátil, incierto y complejo que pone a prueba nuestra adaptabilidad y nos obliga a entrar en una dinámica de aprendizaje y reciclaje continuos si queremos mantener nuestra “empleabilidad” en un mercado de trabajo mucho más dinámico y transparente. Un escenario que hay quien ve como una “condena”, pero donde muchos están encontrando nuevas y mayores oportunidades de alcanzar su potencial como profesionales y como personas.
En el libro se habla constantemente de supervivencia, de sobrevivir. Imaginamos que sus perspectivas acerca de la evolución del empleo a corto o medio plazo no son del todo optimistas.
Es importante poner las cosas en contexto. España está en el epicentro del desempleo mundial y desde aquí es fácil que tendamos a ver el vaso medio vacío. A nuestro alrededor se producen fenómenos preocupantes: el desacoplamiento entre crecimiento económico y creación de empleo, la polarización del mercado de trabajo, el divorcio entre los perfiles profesionales que produce nuestro sistema educativo y lo que demanda nuestra economía, el paro juvenil, el riesgo de exclusión social que sufren ciertos colectivos, etc. Sin embargo, al mismo tiempo, aparecen nuevas oportunidades: algunas de ellas asociadas al desarrollo tecnológico y otras que surgen a partir de los cambios que está experimentando la sociedad. Además, en su conjunto, la economía mundial no para de crecer. Y esto es motivo de esperanza, porque, como decimos en el libro, aunque haya menos empleo —asalariado— sigue y seguirá habiendo mucho trabajo, ya que el mundo está lleno de cosas por hacer, de problemas por resolver y de gente dispuesta a pagar por ello.
FMI, Bruselas y Berlín lanzaron hace escasos días un mensaje nítido a España: las reformas deben continuar, y muy particularmente en lo relativo al mercado de trabajo. ¿Cree que habrá una nueva vuelta de tuerca a la reforma laboral?
En un mundo interdependiente no se pueden ignorar ciertos mensajes, así que creo que pronto veremos en qué se traduce en concreto esa nueva vuelta de tuerca. Sin embargo soy de la opinión de que en estos momentos hay otras reformas más prioritarias que un mayor abaratamiento del despido. Por ejemplo, simplificar las modalidades de contratos laborales; reducir la carga impositiva y burocrática que sufren quienes deciden establecerse como autónomos; facilitar que los emprendedores puedan poner en marcha nuevos negocios, experimentar, y retirarse rápido y a bajo coste si las cosas vienen mal dadas; incentivar —de verdad— que las empresas inviertan en la “empleabilidad” de sus colaboradores; aproximar el sistema educativo a la realidad del mercado; crear un marco que incentive la inversión extranjera, y así un largo etcétera.