Estas navidades me contaron una interesante historia. En un pueblo de la costa tenían un problema con la limpieza de su playa. Al finalizar el día, cuando se marchaban los bañistas, el arenal se quedaba cubierto de desperdicios: restos de comida, bolsas de plástico, colillas de cigarros, botellas vacías, latas de refrescos, etc. Y eso que el ayuntamiento del pueblo se había preocupado de instalar papeleras y contenedores. Probaron a instalar más papeleras, con diseños más vistosos. Probaron también a poner carteles amenazando con sanciones a quienes no tirasen la basura en los contenedores designados para ello. Pero nada, el problema no se solucionaba. Hasta que a alguien se le ocurrió la idea que resolvió el problema: retirar los contenedores y plantar en la arena unos letreros en los que se pedía a la gente que cuando se fuesen de la playa se llevasen los desperdicios que hubiesen podido generar. Y funcionó. Así de sencillo.
Esto me hace pensar en cuantas veces en las organizaciones somos prisioneros de la idea de que las soluciones a los problemas tienen que venir de lo más alto; o intentamos matar moscas a cañonazos, empleando recursos que, al final del día, no añaden ningún valor, sino que, como mucho, constituyen parches que enmasacaran problemas que, en el fondo, permanecen; o acabamos recurriendo a normas y sanciones para forzar comportamientos que bien podrían conseguirse por la vía de la persuasión y la influencia.
Cuánto más fácil sería todo si simplemente considerásemos la posibilidad de que las personas implicadas en un problema pueden dejar de ser parte del mismo para convertirse en parte de su solución.
Muy bueno como siempre el post. De hecho quería compartir aquí una experiencia semejante que me ha ocurrido en un viaje reciente a Argentina.
Resulta que en el Parque Nacional de los Glaciares, cerca de El Calafate y donde se encuentra el famoso Perito Moreno, no hay recogida de residuos. Te lo avisan los guías y los guardas y te dan una bolsa para que vuelvas con tus residuos al pueblo. Me sorprendió bastante encontrarme con todo el parque impoluto, por lo menos lo que yo vi. La gente ha entendido realmente que si tiran basura, desperdicios, etc. se va a quedar ahí, nadie lo va a recoger.
Me parece una forma muy elegante de resolver el problema. Y es que a veces, nos complicamos mucho la vida: totalmente de acuerdo con Santi, hay que dejar que la gente participe en la resolución de los problemas en vez de imponer soluciones.
Alberto MSH
http://www.buengestor.es
Para resolver un problema simple, hace falta un genio; los problemas complicados los resuelve cualquiera que sepa.