Mucho se habla de la necesidad de que la gestión de personas en las organizaciones esté «alineada» o sea coherente con el negocio y su entorno, pero, ¿hasta qué punto en la práctica esto es así? ¿En qué medida las políticas de recursos humanos se deciden con rigor teniendo en cuenta la estrategia corporativa, los diferentes elementos que componen la organización y la realidad del entorno, en especial de los mercados de empleo donde la empresa compite por su talento?
¿Constituyen esas políticas una respuesta racional y deliberada de los dirigentes empresariales o, por el contrario, son el resultado de un proceso mimético, no demasiado meditado, en el que las empresas adoptan ciertas prácticas porque se ponen de moda sin cuestionarse si son las más adecuadas al contexto en que desarrollan su actividad? ¿Cuáles son las consecuencias de esa falta de encaje? ¿Y de la escasa originalidad y diferenciación de esas políticas? ¿Cómo influye esto sobre el rendimiento de la organización? ¿Y que pasa cuando, además, lo que se dice es una cosa y lo que se hace es otra?
Imagen Caroline Jones bajo licencia Creative Commons
Hola Santi,
El alineamiento sólo es posible si a) hay una estrategia corporativa, y b) RRHH la conoce.
Me temo que uno de los dos requisitos falla en innumerables casos…
Un saludo,
Jaime