Durante las últimas semanas he seguido en BNET Insight una entrevista por entregas con Donald Sull, profesor de la London Business School, en la que comenta los casos de algunas compañías como Cemex o Mittal, con origen en mercados emergentes, que se están haciendo rápidamente con el liderazgo de ciertos sectores de la economía a nivel global.
Coincido con el profesor Sull en que la clave del éxito de estas empresas tiene mucho que ver con su origen. En general, se trata de empresas nacidas en entornos muy difíciles. Desconocen el concepto de «zona de comodidad». Se han enfrentado a costes de capital elevados y a mercados muy volátiles. Han tenido que «buscarse la vida» e inventarse fórmulas para conseguir y aprovechar al máximo recursos escasos -incluido su talento-, y han aprendido a gestionar riesgos en contextos inestables e inciertos. Las propias características de sus mercados de origen han sido un incentivo para su internacionalización, como una vía para diversificar geográficamente su riesgo. En resumen, son el resultado de un exigente proceso de selección natural. Empresas diseñadas para operar en entornos turbulentos, flexibles y abiertas a probar cualquier cosa que funcione. En definitiva, organizaciones de las que muchas compañías occidentales deberían intentar aprender antes de que sea demasiado tarde.
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