El pasado 27 de mayo participé, junto a un grupo de representantes de los distintos actores implicados en los desafíos del futuro del trabajo (trabajadores, empleadores, gobiernos, educadores, etc.) y expertos de diferentes disciplinas, en Working for What Day 2021, una jornada de reflexión organizada en el marco del programa de actividades de Working for What Summit, un encuentro sobre el futuro del trabajo que se está organizando en Málaga para 2022, como parte de la estrategia de futuro de la ciudad, y con el que en Future for Work Institute estamos colaborando como ‘knowledge partners’.
A lo largo de la jornada, que tuvo lugar en el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga (FYCMA), ponentes de la talla de Albert Cañigueral, Carina Lopes, Celia Ferrero, Jordi Serrano, Roberto Rodríguez y Sonia Díez nos abrieron los ojos a las transformaciones que está viviendo el mundo del trabajo, nos provocaron con sus preguntas y nos animaron a tomar decisiones para avanzar en este momento de transición entre un mundo que está dejando de existir y un mundo nuevo todavía en construcción.
En esta entrada, comparto mis apuntes sobre la sesión de pensamiento colectivo alrededor de la cual giraba la agenda del día. Diseñada por Amalio Rey y orquestada por el equipo de Grupo Evento, esta sesión perseguía un doble objetivo: A) Crear un contexto de empatía colectiva donde los distintos actores implicados en los retos del futuro del trabajo, que en otros foros a menudo vemos enfrentados, se escuchasen unos a otros. B) Identificar consensos entre esos actores sobre los futuros del trabajo que deberíamos perseguir, y sobre las acciones que cada uno de ellos podrían llevar a cabo a corto plazo para ayudarnos a avanzar hacia esos futuros deseables.
Iniciamos la sesión con un ejercicio en que todos los participantes compartimos nuestras opiniones sobre cómo nos gustaría que fuese el mundo del trabajo en 2037.
¿Pero por qué utilizamos este horizonte?
2037 es un número que de buenas a primeras puede sonar raro, pero elegir ese año como el horizonte temporal para este ejercicio no fue algo casual. 2037 es el año en el que las personas que nazcan en 2021 alcanzarán su mayoría de edad laboral. Entendiendo como entendemos que el futuro del trabajo es parte de nuestro legado para las generaciones venideras, la pregunta era: “¿Qué entorno laboral nos gustaría que se encuentren esos niños el día que cumplan 16 años?”
En la nube de palabras resultado de este ejercicio sobresalían términos como “inclusivo”, “flexible”, “sostenible”, “digital”, y “humano”. Sin embargo, no tardamos en tomar conciencia de la magnitud de los retos a que necesitamos enfrentarnos para alcanzar esos futuros del trabajo deseados.
Las probabilidades que asignamos en un segundo ejercicio a las características de los futuros del trabajo posibles y deseables que diferentes expertos identifican en sus estudios lo dejaron en evidencia. Aunque nos mostramos optimistas sobre cuestiones como la probabilidad de que en 2037 “los trabajadores se formarán de manera continua para asegurar su empleabilidad”, la probabilidad que asignamos a otras previsiones de los expertos, como que “la precariedad laboral habrá disminuido tanto que se verá como una lacra del pasado”, o que “los colectivos menos favorecidos tendrán las mismas oportunidades laborales que los demás trabajadores”, supera a duras penas el 30%.
Aunque estos dos ejercicios no eran más que un “calentamiento”. El plato fuerte del día se compuso de cuatro rondas de pensamiento colectivo en las que los participantes, divididos en grupos, primero imaginamos las características concretas de esos futuros del trabajo deseados y posibles a los que deberíamos apuntar como objetivo para 2037, para después identificar lo que cada uno de los diferentes actores implicados en los desafíos del futuro del trabajo pueden hacer en los próximos tres años para acelerar la transición hacia ese futuro deseado.
Al final de la jornada, consolidamos los futuros imaginados y las acciones propuestas por los cinco grupos que trabajamos en paralelo a lo largo de todo el día y los sometimos a un proceso de filtrado colectivo que produjo los siguientes resultados:
Sobre los futuros del trabajo posibles y deseables para 2037
Los participantes nos imaginamos unos futuros donde los avances tecnológicos seguirán transformando la manera en que las personas trabajamos, pero donde los trabajos serán más humanos, creativos, vocacionales, diversos, atractivos, y las personas trabajaremos con más autonomía, responsabilidad y orientadas a objetivos. Una tendencia que también se traducirá en que más personas podremos realizar nuestro trabajo desde cualquier lugar y en cualquier momento, lo que, a su vez, incidirá en que las personas trabajadoras disfrutaremos de una mayor flexibilidad para conciliar nuestra vida laboral con nuestra vida personal y familiar. Por otro lado, a las personas nos resultará más fácil adaptarnos a los cambios en las necesidades de nuestros empleadores, gracias a que seremos más polivalentes, y a que la formación será vocacional y continua durante toda la vida, la oferta formativa se adaptará a los cambios del mercado, y trabajadores y empleadores tendremos más incentivos para invertir en aprendizaje. En esos futuros deseables, a las empresas les resultará más fácil adaptarse rápido a las necesidades cambiantes del entorno, pero también prestarán una mayor atención a la dimensión ética de las decisiones que tomen sobre sus personas. Además, colectivos hoy en día desfavorecidos, como por ejemplo los jóvenes, tendrán más oportunidades laborales, ya que la empleabilidad se entenderá como un bien común y, en consecuencia, será un objetivo prioritario de todos los agentes sociales.
Sobre como pueden ayudar los empleadores
Entre las cosas que los empleadores pueden empezar a hacer dentro de los próximos tres años para avanzar hacia esos futuros deseados, los participantes destacamos varias medidas que tienen que ver con la capacitación profesional de los trabajadores. Para empezar, la necesidad de que las empresas asuman la cuota de responsabilidad que les corresponde sobre el mantenimiento y desarrollo de las competencias y, en consecuencia, la empleabilidad de sus trabajadores, e impulsen su polivalencia y aprendizaje continuo a través de diversos medios, incluyendo ayudarles a conocerse a sí mismos, una mayor cooperación con las instituciones académicas desde las primeras etapas de la educación, y modelos de aprendizaje que alternen formación y empleo. Hay que destacar también la importancia que los participantes dimos a que los empleadores continúen impulsando la flexibilidad horaria y el teletrabajo (empezando por cuestionarse la cultura del presentismo que en estos momentos parece estar resurgiendo en muchas organizaciones), impulsen un estilo de liderazgo basado en un mayor empoderamiento de los trabajadores que contribuya al desarrollo de estos, y cuiden los aspectos éticos de las decisiones que afectan a las personas, en particular de aquellas en que intervienen algoritmos.
Sobre como pueden ayudar los trabajadores
Para avanzar hacia esos futuros deseados, los trabajadores también pueden poner de su parte. En primer lugar, asumiendo la cuota de responsabilidad que les corresponde en su capacitación profesional y en otras cuestiones que condicionan no solo su empleabilidad sino también el futuro de su empresa. En un contexto en que las empresas necesitan empleados con nuevas competencias (conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes) y un contrato laboral ya no es garantía de trabajo para toda la vida, los trabajadores necesitan cuidar su formación y aprendizaje continuos y convertirse en agentes activos de su empleabilidad y su carrera profesional. Para ello, las personas trabajadoras necesitan conocerse bien a sí mismas, prestar atención a los cambios que experimenta el entorno, superar la aversión al cambio y abrirse a nuevas formas de trabajar. Asimismo, es positivo que los trabajadores se cuestionen las normas y los modelos mentales de su organización desde una actitud constructiva, y que ayuden a sus empresas (y a sus compañeros) a detectar las oportunidades y amenazas que se derivan de los cambios del entorno.
Sobre como pueden ayudar gobiernos, legisladores y administraciones
En tercer lugar, los participantes también identificamos varias oportunidades respecto a lo que gobiernos, legisladores y administraciones pueden hacer para acercarnos a esos futuros deseables, entre las que destaca la necesidad de medidas que faciliten la adaptación de trabajadores y empleadores a los cambios del entorno, sin reducir las garantías jurídicas de que disfrutan ambos. Esto supone adaptar la normativa a la realidad del mercado laboral y a la forma en que ya se trabaja en muchas empresas, entender que vivimos en un mundo globalizado, reducir la burocracia y la carga administrativa, y diseñar programas que acompañen a los cambios normativos. Y, sobre todo, mirar más a largo plazo, favoreciendo el diálogo con trabajadores, empleadores e instituciones académicas, y buscando consensos políticos para que tanto el marco jurídico laboral como las normas que regulan el sistema educativo respondan a principios duraderos. Otras cuestiones que los participantes destacamos fueron la necesidad de mejorar la infraestructura tecnológica de los servicios públicos de empleo y la activación de políticas de empleo y de formación continua centradas en los perfiles que se anticipan más necesarios para el futuro y en sectores considerados estratégicos.
Conclusión
En un momento en que todos tenemos tantas ganas de que todo vuelva a ser como era antes, esta jornada de pensamiento colectivo nos ha llevado a entender que por lo que se refiere al mundo del trabajo hay algunas cosas que es mejor que no vuelvan a ser igual que antes, lo que ya es un gran avance. Si a esto sumamos unos primeros consensos sobre como queremos que sean los futuros del trabajo a los que debemos intentar dirigirnos, y sobre ciertas cosas que los distintos actores implicados en los desafíos del futuro del trabajo pueden empezar a hacer a corto plazo para ayudarnos a movernos en esa dirección, creo que podemos sentirnos orgullosos del resultado.
Una vez identificados cuál es el objetivo y cuáles las líneas de acción, el siguiente paso es asegurarnos de que contamos con las herramientas que necesitamos para hacer el trabajo. Repasando las ideas ‘cosechadas’ en la sesión, anticipo que, entre otras ‘herramientas’, todos los actores necesitarán para recorrer el camino que tenemos por delante grandes dosis de curiosidad, mirada al exterior, visión a largo plazo, perspectiva sistémica, corresponsabilidad, aprendizaje continuo, apertura mental, autoconocimiento, flexibilidad, humildad, empatía, pensamiento crítico, creatividad y ética.
Aunque para tomar decisiones inteligentes mirando al futuro, que al final es de lo que se trata, lo primero de todo es, como señalaba Roberto Rodríguez en su ponencia, dejar de “funcionar en automático”.
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Imagen Dave Pinter bajo licencia Creative Commons
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