El compromiso no se compra, se gana. Aunque algunas empresas parecen ignorarlo, y confunden compromiso con permanencia o retención, el compromiso tiene un componente afectivo que no se consigue a golpe de talonario. Afortunadamente, cada vez hay una mayor sensibilidad hacia este tema, y más empresas recurren al concepto de salario emocional para identificar todos aquellos elementos inmateriales que reciben sus empleados, y que contribuyen al desarrollo de lazos afectivos con la organización y entre sus miembros.
Entre otras iniciativas, este compromiso afectivo se desarrolla y fortalece a través de los programas que ponen en marcha algunas compañías para que sus empleados puedan participar de forma voluntaria en proyectos de carácter social. Estos programas pueden materializarse de muchas formas: desde colectas de donativos para ayudar a víctimas de catástrofes -como los que ya han puesto en marcha numerosas empresas con motivo del terremoto en Haití-, hasta trabajo «pro bono», como hacen no pocas firmas de servicios profesionales.
Dar a los demás, preocuparse de la comunidad, cuidar a otros más necesitados. Son cosas que nos hacen sentir bien, incluso en un plano físico está demostrado que es bueno para la salud. En este sentido, Conor Neill cita en su blog un experimento que se llevó a cabo en una residencia de personas mayores: a la mitad de los residentes se les dio una planta para su habitación y se les dijo que tendrían que cuidar de ella. A la otra mitad también se les dio una planta, pero se les dijo que los empleados de la residencia serían quienes se ocuparían de cuidarla. Al cabo de seis meses el grupo de los ancianos que cuidaban de sus plantas estaban más felices, sanos y activos que los que no lo hacían. De todas formas, lo más impactante es el indice de mortalidad en el primer grupo fue del 15% frente al 30% del segundo.
El caso es que, además de empleados más felices y sanos, con estos programas las empresas consiguen empleados más comprometidos. En este sentido, hace poco más de un año los profesores Grant, Dutton y Rosso explicaban en Academy of Management Journal, en un artículo titulado «Giving Commitment: Employee Support Programs and the Prosocial Sensemaking Process», como la interpretación que los empleados hacen de estas iniciativas sociales no es sólo el resultado de un proceso cognitivo, sino que está muy condicionada por los sentimientos de orgullo y gratitud que provoca participar en este tipo de iniciativas.
Su argumento es que estos programas fortalecen el compromiso de los empleados en la medida en que modifican la percepción que tienen tanto de ellos mismos como de su empresa, de manera que se sienten agradecidos a la empresa por contribuir a reforzar su identidad como individuos «socialmente comprometidos», al tiempo que se sienten orgullosos de pertenecer a una compañía «socialmente responsable».
Para pensar.
Imagen Michael-Lehet bajo licencia Creative Commons