El pasado lunes tuve el privilegio de intervenir como ponente en la Pink Slip Party que se organizaba en Zaragoza, justo el día que se cumplía el tercer aniversario de la celebración del primero de estos eventos de networking para el empleo en nuestro país.
Habitualmente las charlas con que se inician estas pink slip parties van dirigidas a las personas que buscan un trabajo. Expertos en orientación profesional, coaching y gestión del capital humano en las organizaciones, entre los que se cuentan algunos buenos amigos, les proporcionan de manera altruista consejos útiles y recursos para descubrir sus talentos ocultos, ganar confianza en ellas mismas, y diferenciarse en el mercado de empleo.
Pese a ello, yo preferí centrar mi ponencia en el otro colectivo a que se dirigen estos foros: los reclutadores.
¿Por qué? Pues porque creo que de poco sirve que enseñemos todas esas cosas a quienes buscan un trabajo si las empresas a que se dirigen siguen seleccionando el mismo perfil de colaboradores, buscando a través de los mismos canales, utilizando el mismo lenguaje, y planteando a los candidatos lo mismo de siempre.
Pero, sobre todo, porque los reclutadores no deberían perder de vista que, salvo contadas excepciones, una organización difícilmente sobrevivirá a la «revolución digital» si no adapta sus prácticas de captación de talento a los requerimientos de un nuevo escenario más complejo y volátil. No es solo que haga falta otro tipo de perfiles profesionales, o que la sociedad haya cambiado y las personas tengan otros valores y esperen cosas distintas de sus empleadores. La cuestión es que en la economía del conocimiento y la creatividad la competitividad de una organización depende más que nunca de su capital humano, e ignorar este hecho puede condenar a una empresa al fracaso.
Sin embargo, y a pesar de que el mercado de empleo se ha vuelto más global, dinámico y competitivo, y de que se multiplican los foros y la literatura sobre este tema, la realidad es que sigue habiendo reclutadores que actúan como si nada hubiese cambiado, mientras otros ven esos cambios como el asalto de unos bárbaros que amenzan sus privilegios, y hay otros que los observan con una mezcla de asombro y curiosidad, pero sin acabar de entender qué significan ni qué pueden hacer ellos al respecto.
Afortunadamente también hay reclutadores que se preocupan de conectar los puntos que representan todos esos cambios que suceden a su alrededor, y de buscarles un significado, para luego adaptar su forma de hacer las cosas a esta nueva realidad, e intentar aprovechar las oportunidades que esconde. Porque son conscientes de que, de no hacerlo, se podrían estar jugándo el futuro de sus organizaciones.
Aunque he de reconocer que no era en ellos en quien estaba pensando cuando decidí el tema de mi ponencia …
Ah, y todo esto el mismo día en que conocíamos la historia de Diego Martínez Santos, un ingeniero gallego que trabaja en Holanda y que recientemente ha sido nombrado por la Sociedad Europea de Física el mejor físico de partículas del año, pero a quien, sin embargo, el Ministerio de Economía y Competitividad (sic) español ha negado una beca Ramón y Cajal por «no haber demostrado todavía claramente su capacidad de liderazgo científico».
Interesante post. Debería haber más eventos de networking en nuestro país.
Salu2!
Hola. Me parece interesante el artículo. Quiero recalcar que, aunque yo estoy inmersa en las nuevas tecnologías prácticamente desde que empezaron y soy participativa, a la hora del reclutamiento vengo observando que hay una batalla por ser el más original, creativo, el que mejor presente su cv ése es el que se lleva el trabajo (el poco que hay) y eso es un arma de doble filo pues muchos estupendos profesionales ni los miran porque esto parece una guerra a ver quién es el más "COOL". sALUDOS!!