Scott Keller y Colin Price, socios de McKinsey & Co., argumentan en su reciente libro «Beyond Performance» que la principal ventaja competitiva de una empresa radica en lo que denominan su «salud organizativa» («organizational health»), es decir, su capacidad de adaptarse y aprender de los cambios del entorno más rápido y mejor que sus competidores, y de mantener esa cualidad a lo largo del tiempo.
En su libro, los autores presentan las conclusiones de una extensa investigación que llevaron a cabo sobre este tema, a través de la cual pudieron confirmar que al menos el 50% del éxito a largo plazo de las empresas depende de este atributo.
Las buenas noticias son que, a diferencia de otros factores que inciden en el rendimiento de una compañía, como variaciones en las preferencias de los consumidores, movimientos en los mercados, o cambios normativos, la «salud» de nuestra organización está en gran medida bajo nuestro control y podemos trabajarla.
Es lo mismo que sucede con nuestra salud personal. Es verdad que no podemos evitar el riesgo de que nos caiga una maceta en la cabeza o nos atropelle un coche, pero podemos preocuparnos se seguir hábitos saludables que incrementen significativamente nuestras probabilidades de envejecer con buena salud.
Sin embargo, la realidad es que a día de hoy muchas organizaciones se centran más en las variables de las que depende su rendimiento a corto plazo que en aquellas otras en que se fundamenta su adaptabilidad y capacidad de renovación a largo.
Todavía son minoría las que se preocupan de «hacer ejercicio» a diario, «cuidan su dieta», y se someten regularmente a «pruebas de esfuerzo» o «chequeos» para comprobar si alguno de sus «órganos» puede acabar dando problemas en el futuro. En general, lo que observamos es que prevalece la visión cortoplacista, de manera que las empresas no se acuerdan de la «salud» de su organización hasta que no ven síntomas de que algo no va bien y, en muchas ocasiones, ya es demasiado tarde.
Imagen Laura Smith bajo licencia Creative Commons
Debe ser que se han subido al carro de las tendencias sanas, yo no lo llamaria salud organizacional desde luego, sobretodo por ejemplo en EEUU (tambien España)cuando uno de los mayores problemas son los problemas derivados de la obesidad presentes en casi mas de la mitad de la poblacion adulta, que tambien trabaja. Seguramente parecera una tonteria lo que digo pero bueno es una opinion
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