En inglés el término «serendipity» hace referencia a un suceso positivo que ocurre de manera casual o fortuita. Vamos, lo que se dice de «chiripa».
Hace un par de semanas, en un webinar organizado por Yammer titulado «Finding Value in Serendipity» Brian Cator, director de comunicaciones y operaciones de tiendas de 7-Eleven, y Daniel Rasmus, analista y estratega, nos explicaban que en un mundo emergente e impredecible una parte cada vez más importante del valor que se genera en una empresa tiene su origen en hallazgos fortuitos, que suceden así, «de chiripa», sin que nadie los haya planificado.
En el mundo de la empresa siempre ha habido grandes ideas que han surgido por casualidad o incluso por accidente. Es muy conocida, por ejemplo, la historia de como se inventaron los Post-it. Sin embargo, hoy en día, las cosas han cambiado. La innovación se ha convertido en un imperativo del que depende la competitividad de más empresas y la generación de nuevas ideas ya no puede ser un privilegio reservado a una élite. Como decía Linus Pauling, para tener buenas ideas hay que empezar por tener muchas ideas y para eso mejor cuantos más sean los cerebros que piensen. Pero además, en un mundo en red, donde la información fluye libre, el valor de una idea se va generando más allá del momento en que esta surge y podrá acabar siendo uno u otro muy distinto dependiendo de cómo y por donde se transmita esa idea, y con que otras ideas se combine. Cuanto más circule la idea, y más extensas, diversas y dinámicas sean las redes por las que circule, más probabilidades habrá de que se produzca uno de esos encuentros afortunados y surja una nueva idea de valor impredecible.
En este escenario, los dirigentes empresariales tienen la oportunidad de abrir el proceso de generación de ideas a un mayor número de miembros de la organización, incluso a personas ajenas a ella, pero sobre todo, pueden –y deben– crear un contexto organizativo que facilite la circulación de esas ideas y, en consecuencia, que sucedan esas «serendipias».
¿Cómo hacerlo? Jacob Morgan, en un reciente entrada en su blog, destaca tres factores que pueden favorecer la ocurrencia de esas casualidades afortunadas:
- Dar al mayor número de empleados posible acceso a herramientas de trabajo colaborativo que, además, sean simples e intuitivas.
- Ponerles las cosas fáciles a los empleados para que busquen y descubran a otras personas e información relacionadas con sus proyectos.
- Fomentar, educar y establecer mecanismos que incentiven la colaboración.
A esto hay que sumarle un requisito previo imprescindible: la existencia de unos líderes capaces de aceptar que las reglas del juego han cambiado y que ya no pueden controlarlo todo; dispuestos a ceder cuota de poder y a favorecer, con su ejemplo, una cultura de apertura y transparencia donde las ideas se generen y fluyan con libertad. En definitiva, líderes valientes.
Imagen Anthony Auston bajo licencia Creative Commons
me encanta leer que alguien llama a las cosas por su nombre, soy alumno de un máster de rrhh y acabo de acabar la carrera de relaciones laborales, he escuchado mil veces temas sobre la creación de valor, la innovación, el i+d, los emprendedores, los factores de riesgo, la inversión creativa….. Por primera vez escucho la palabra chiripa, y me encanta, miles de negocios y productos nacen de chiripa, miles de grandes trabajadores y empresarios han llegado donde están de chiripa, a la gente le toca la loteria tambien de chiripa. es verdad que si no juegas (estas predispuesto) la loteria no toca y que hay que poner todos los medios al alcance para lograr nuestros objetivos pero como se dice "hay que estar en el lugar, el momento y con la gente exacta" gracias por la entrada