El miércoles asistí a una charla del profesor Evgeny Kaganer sobre los llamados «online sourcing marketplaces». Me llamó la atención su explicación sobre un subtipo de estos mercados virtuales, las denominadas comunidades profesionales (professional communities). Se trata de plataformas como Crowdspring o Top Coder, donde un número de proveedores –en general freelancers o pequeñas empresas– compiten entre sí para lograr que un cliente que tiene una necesidad en el campo del diseño (Crowdspring) o la programación informática (Top Coder) contrate sus servicios.
La gran diferencia con otros mercados online es que aquí no se trata únicamente de quién se lleva el proyecto porque presenta la cotización más barata. Estas plataformas incorporan un importante componente de comunidad orientada al desarrollo profesional de sus miembros. En algunas de ellas los clientes están obligados a dar feedback a todos los profesionales sobre su trabajo, incluso si no han sido seleccionados. Además, en ocasiones, este feedback es público. Otras incorporan blogs, foros de discusión, entrevistas con expertos, etc. También es normal que una vez que el proyecto ha sido adjudicado quienes han competido entre sí discutan sobre el planteamiento que ha seguido cada uno, o incluso acaben colaborando en su ejecución.
Los clientes encuentran en estas comunidades profesionales expertos de cualquier rincón del mundo, una fórmula de contratación de bajo riesgo (concurso de proveedores) y la posibilidad de identificar candidatos para posiciones permanentes; mientras que para los profesionales tienen la ventaja de poner a su alcance una amplísima base de clientes, al tiempo que representan una oportunidad de desarrollo, de darse a conocer en el mercado, y –si es que están interesados– incluso de conseguir un trabajo asalariado en la organización del cliente.
Por lo que respecta a la evolución de estas comunidades, a medida que los proyectos que se negocian en ellas son más complejos, van incorporando nuevas funcionalidades para convertirse también en plataformas de trabajo virtual donde se puedan llevar a cabo los proyectos contratados (from marketplace to workplace). De hecho, empiezan a surgir entornos de trabajo online como oDesk desde los cuales es posible no solo seleccionar profesionales free lance especializados en diversas disciplinas, sino también supervisar su trabajo y pagar por sus servicios.
Me pregunto si estas comunidades profesionales y estos nuevos entornos de trabajo no nos estarán anticipando las fórmulas organizativas que adoptarán sectores enteros de la economía en un futuro no demasiado lejano.
Imagen Frank Gruber bajo licencia Creative Commons
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Joannah
http://keyboardpiano.net
Es muy interesante la forma en lo planteas. Efectivamente estas formas de pedir y gestionar trabajos prefiguran la organización futura que tendrán algunas áreas, simplemente porque servirán para «comprar» servicios especializados, supliendo en muchos casos a la recomendación del amigo, o a la búsqueda en una guía de proveedores sin historial ni calificaciones de otros usuarios.
Para mí la palabra que define a este proceso es LICITACIÓN. Suena un poco ostentosa pero es así como se llama en el mundo offline. Es el mismo mecanismo, pero bastante simplificado y con un historial online de trabajos para cada proveedor.
Creo sin embargo, si me permites, que lo colaborativo pasará más por la construcción de ciertos índices de confianza de los usuarios, no tanto por la forma en que se prestarán esos servicios. En todo caso ello dependerá de los servicios en cuestión: un pedido de un decorador de interiores, por ejemplo, no amerita a un trabajo colaborativo entre todos los que participaron en esa licitación.
Como sea, seguramente quienes estamos trabajando en este tipo de aplicaciones tendremos competencia en el futuro :)